La capacidad se demuestra en escena
La coreógrafa Maite León imparte un curso de 'psicoballet', su método de danza para discapacitados físicos y psíquicos
Maite León enciende la cadena de música y deja salir a ese sargento que hay dentro de cualquier coreógrafa. Sus soldados son 21 alumnas provenientes del mundo de la danza y del teatro, pero también de la enseñanza especial y de diversas asociaciones de personas con discapacidad, que repiten figuras estáticas y movimientos sencillos de indudable sentido estético al ritmo de Philip Glass. 15 jóvenes granadinos con diferentes discapacidades (desde síndrome de Down hasta hemiplejia o parálisis cerebral) forman el público de este ensayo. Impresionados por las implacables órdenes, no quitan ojo de los movimientos de los cursillistas. Saben que en cuanto terminen, ellos tomarán el escenario para repetir lo que ven. "Tenéis un cuarto de hora para aprenderos este ballet", les ha advertido la coreógrafa.
Da igual el grado de entendimiento o la movilidad de cada uno. "Disciplina, equilibrio y respeto son las cualidades que cualquier bailarín tiene que tener", explica León que estos días coordina en Granada el Taller de artes escénicas y discapacidad, uno de los Cursos Manuel de Falla que organiza el Festival de Música y Danza junto a la Universidad de Granada. La coreógrafa enseña psicoballet, un método ideado por ella hace 36 años para que cualquier discapacitado físico o psíquico pueda acceder a la danza.
Ni pizca de falsa compasión. Fuera la hipocresía. "Yo soy cómplice de mis bailarines y me aprovecho de su discapacidad", explica sin tapujos León que desgrana sus virtudes en función del problema de cada uno. "Los que tienen síndrome de Down, poseen un sentido del ritmo tremendo a pesar de sus enormes cuerpos. Los paralíticos cerebrales pueden hacer escenas bellísimas con buena música e iluminación. A los autistas es más difícil trasmitirles, así que observamos sus movimientos y sacamos de ellos lo que nos ofrecen", dice.
Gracias al psicoballet, los bailarines desarrollan su capacidad de comunicación y su saber estar. Mediante sus movimientos trabajan la psicomotricidad, algo fundamental para cualquier discapacitado. Pero además la danza les aporta lo mismo que al resto: creatividad, imaginación y fantasía. Todo ello con un objetivo profesional. Maite León dirige dos compañías estables de psicoballet que actúan por todo el mundo.
Una de ellas representará el próximo domingo el espectáculo Mírame, siénteme, baila conmigo... en el Teatro Alhambra.Una pieza con seis ballets de danza contemporánea y flamenco que incluye el estreno de la ópera La Gioconda, de Amilcare Ponchielli. "Tendrías que ver los actos del carnaval y la bacanal. Los bordan", dice León de los 47 bailarines, todos discapacitados (físicos, psíquicos y sensoriales con discapacidad asociada) que la representarán. Han ensayado durante seis meses, "lo mismo que tarda en preparar una representación cualquier compañía convencional", asegura la coreógrafa.
Se acabó la demostración y el público salta a la escena. Vanía, de 15 años y con síndrome de Down, acata las órdenes de León con cara de susto y adopta la postura que la coreógrafa le impone. "¡Posición!", "¡Funcionen!", "¡Público!", grita alternativamente León a los bailarines. La misma disciplina, el mismo trato seco, dan resultados similares a los de los cursillistas. Dos días más de ensayo y escenificarán su propia representación.
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