Empleo público
Resulta paradójico ver cómo la Junta de Andalucía proclama a los cuatro vientos la creación de empleo y la reducción de las listas del paro mientras sigue detrayendo, año tras año, plazas de empleo público. Actualmente estamos en el desarrollo de la oferta de 2002, de otro lado paupérrima en su número y lenta en su resolución, y seguimos pendientes de las convocatorias de 2003 ya aprobadas. Recordar que en estas dos ofertas el sistema es y será el de concurso-oposición, con un diseño de la oposición más que blandito atendiendo al acuerdo que mantienen Administración y sindicatos de consolidar al mayor número de interinos. Si bien podemos estar de acuerdo con el fondo, que no es otro que el de la estabilidad en el empleo, desde luego no lo estamos con las formas, y esto es así porque un funcionario de carrera no es un trabajador normal, se rige por el Derecho administrativo y por tanto forma parte de la Administración mientras que la estabilidad en el empleo es otra cosa bien distinta.
Digo esto porque no puede tratarse el problema de los interinos en términos de estabilidad como si fueran unos trabajadores normales. Pues bien, la Administración, tanto en la comisión sobre empleo público como en la mesa sectorial, ha proclamado su intención de dedicar la oferta de empleo público de 2004 íntegramente a la promoción profesional en lo que respecta a funcionarios excusándose en que están muy cargados los procesos pendientes y de este modo se oxigenan un poco tanto las ofertas como la Administración. O sea, que la incompetencia de la Junta en convocar y resolver las ofertas de empleo que la ley determina se subsana volviendo a cargar contra el ciudadano.
Hablan de unas 1.900 plazas para promoción interna, con lo cual se les hurta al ciudadano de a pie otras 1.900 posibilidades de futuro.
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