Esencia real

Cualquier ciudadano(a) europeo y del mundo que adquiera un frasco de perfume marca Oriflama tendrá, desde ahora en adelante, la sorpresa de que en la etiqueta que lleva adherida encontrará la firma de los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia. La noble pareja ha llegado a un acuerdo con esa transnacional sueca de cosméticos para la comercialización de un perfume. Los términos exactos del acuerdo no se han hecho públicos pero sí se sabe que una parte, no especificada del dinero recaudado por la venta de cada botellita, estará destinada a la World Childhood Foundation que regenta la reina y que procura aliviar la desgracia de "niños de la calle" que, cada vez más en los últimos años, deambulan por las ciudades del mundo sin otro destino que la prostitución, las drogas y una muerte prematura. Otra parte de la venta del perfume, cuyo monto no se ha hecho público, estará destinada a solventar gastos de la familia real. La difusión de este contrato comercial ha levantado duras críticas incluso entre los numerosos devotos de la monarquía. El experto en Ciencias Políticas, Peter Esaiasson, opina que el acuerdo rememora una propuesta de "privatizar la Casa Real" sugerida por la ex líder del Partido de Izquierda, Gudrun Schyman, y agrega que "roza los límites de lo permitido", mientras que la jefa de información de la Casa Real, Elisabeth Tarras-Wahlberg, no ve ningún problema en que "una empresa privada gane dinero utilizando los nombres de la pareja real". La polémica sobre los dineros asignados a la Casa Real, unos cien millones de coronas anuales, no ha hecho más que empezar o más bien continuar, ya que el tema fue recientemente tratado en el Parlamento cuando algunos diputados pidieron una rendición de cuentas más estricta. A nivel popular, donde la pareja real cuenta con muchas simpatías, se recuerda sin embargo los rigurosos ahorros del Estado que llegaron al punto de querer darle, en una residencia de ancianos de la comuna, medio huevo cocido a un jubilado en el desayuno.-