"La suspensión del año pasado hizo más evidente la necesidad del festival"
La edición 2003 del Festival de Aviñón se abrió bajo el signo de una doble crisis: era la última del director Bernard Faivre d'Arcier -a pesar de que le hubiera gustado seguir dos años más- y los llamados "intermitentes" del espectáculo amenazaban con perturbar el certamen. Los dos factores acabaron por sumarse: los "intermitentes" lo bloquearon todo y Faivre d'Arcier no quiso correr el riesgo de una edición sincopada. El resultado fue la anulación del festival y descubrir, de pronto, que el certamen aportaba entre 30 y 40 millones de euros a las precarias finanzas de una ciudad de 90.000 habitantes y endeudada hasta las cejas.
Aviñón 2004 tiene un dúo de nuevos directores, Hortense Archambault y Vincent Baudriller; un artista invitado, el alemán Thomas Ostermeier, y una orientación distinta.
"La reforma gubernamental no ha hecho más que empeorar las cosas"
"El escenario es un lugar de escritura, de lenguaje, de comunión con el público"
Pregunta. ¿Cuál es la conclusión de la crisis vivida en 2003?
Vincent Baudriller. La crisis no fue del festival, pero lo atravesó. Paradójicamenete, la suspensión hizo más evidente la necesidad del certamen, acabó por convencer a los escépticos. El festival emplea a más de 250 "intermitentes" y sabemos que hay que buscar un nuevo acuerdo, que si era imposible seguir con el sistema anterior, la reforma gubernamental no ha hecho más que empeorar las cosas. La anulación del año pasado se ha convertido en un grito de protesta contra la violencia de dicha reforma. La presencia de Ostermeier como artista asociado es una de nuestras respuestas a la cuestión: él ve el teatro y el escenario como espejos más o menos deformantes del mundo, un lugar atento al mal funcionamiento de la sociedad y a las convulsiones de la historia.
P. Ostermeier es un director de teatro. En 2005 el asociado será el coreógrafo y artista plástico flamenco Jean Fabre; en 2006 está anunciado el coreógrafo franco-húngaro Josef Nadj y 2007 tendrá como estrella a otro director de teatro, Frédéric Fisbach. Cuatro ediciones y ningún dramaturgo, ningún autor entre las figuras centrales. ¿Por qué?
V. B. Ostermeier, Fabre, Nadj y Fisbach son autores, son creadores con una escritura propia, con una manera personal de concebir el espacio escénico. Si usted quiere, los cuatro invitados nos interrogan sobre la noción misma de autor. Para mí, no cabe la menor duda de que lo son en la medida en que el escenario es un lugar de escritura, de lenguaje, de comunión con el público.
P. A diferencia de anteriores directores del festival, ustedes han optado por residir en Aviñón.
Hortense Archambault. Los habitantes de Aviñón nos lo han agradecido. Poder descubrir que el festival se inventa desde su ciudad, asistir desde un lugar preferente a su puesta en marcha.
V. B. Y queríamos que los proyectos estuviesen impregnados de la energía del lugar. Había que acabar con el sentimiento de que todo se decide en París.
P. ¿Cuál es el papel exacto que desempeña el artista asociado?
H. A. Es una relación nueva, que espero será distinta con cada uno de los artistas.
V. B. La programación la hace la dirección artística del festival, pero, al asociarnos con un artista ajeno a la organización, alimentamos el debate desde fuera. Ostermeier aporta su experiencia y su mirada. Es un joven heredero de la vieja Europa, partidario de un teatro comprometido con su realidad social, un creador interesado por los autores de su época, pero que no ha dejado de transponer a nuestra época algunos grandes textos del pasado. En Aviñón veremos una versión distinta del Woyzeck de Büchner y será la primera vez que en la Cour d'Honneur del Palacio de los Papas se dé una obra en un idioma extranjero. Su Nora aporta cambios sustanciales a la obra de Ibsen, pero en Concert à la carte y Disco pigs trabaja sobre obras de ahora.Y Ostermeier nos ha ayudado a abrir los ojos sobre gente complementaria o que discute con él, a montar una gran programación franco-alemana.
P. Durante años Aviñón ha sostenido, con el programa Theorem, la creación en los países del antiguo bloque comunista. ¿Por qué abandonan esa línea?
V. B. No estamos en unos Juegos Olímpicos, los artistas invitados no representan a su país. Theorem corresponde a otro momento. Ahora, por ejemplo, invitamos al lituano Oskaras Korsunovas a dirigir durante tres semanas un taller de dirección.
P. El Festival Off nació como contestación libertaria del oficial. Hoy, con sus 600 espectáculos, responde a una lógica meramente liberal.
H. A. El Off atraviesa una crisis abierta por los acontecimientos del año pasado. Nosotros intentamos dibujar un proyecto artístico potente, pero el Off no puede hacerlo, no puede ni tan sólo proponerse como alternativa o complementariedad porque no tiene ninguna dirección. Ahí no tenemos interlocutor. Nosotros podemos pensar lo que queramos, podemos desear que el beneficio económico no sea el horizonte único del gran número de compañías que acuden al Off, pero carecemos de toda legitimidad y poder alguno para intervenir en el debate interno. Podemos, eso sí, aportar nuestras ideas sobre democratización cultural.
Babelia
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