Como un torrente
Así sonó la música de Paco de Lucía en esta cálida noche veraniega: como un torrente. Un torrente de jondura, de inspiración, de poder, de capacidad. En un velódromo que obviamente no fue hecho para estos menesteres, con una multitud que lo llenaba todo y tuvo que acomodarse -es un decir- en sillas, por supuesto, apretadísimas e incomodísimas.
Pero allí enfrente nos encontraríamos con ese torrente de sonidos absolutamente tocados por la magia y el genio. Hacía años que Paco de Lucía no tocaba en Madrid, y cada vez lo hace más de tarde en tarde porque tiene el buen criterio de no venir si no tiene algo nuevo que ofrecer. Ahora lo hace como consecuencia de la aparición, hace ya unos cuantos meses, de su disco Cositas buenas. En el título del cual me parece a mí que se quedó corto: no son cositas buenas, son cositas superiores, excelentísimas.
V Festival GalapaJazz
Guitarristas: Paco de Lucía y Niño Josele. Armónica y teclados: Antonio Serrano. Bajo: Alain Pérez. Percusiones: Piraña. Cante: Montse Cortés, Duquende y La Tana. Velódromo, Galapagar. Madrid, 30 de junio.
Es increíble el poder de Paco de Lucía, a sus 57 años de edad, su capacidad de digitación limpia, velocísima casi en todo momento, que nos da un sonido fastuoso, rico en sonoridades, de una intensidad que raramente se nos ofrece por ahí. Le da lo mismo tocar solo que acompañado por un grupo de siete u ocho personas: esa guitarra suena siempre a gloria, domina cualquier otro sonido y nos lleva de calle prendidos en la música que regala. Aunque el lugar no sea el más adecuado para escuchar música de calidad, es lo mismo. Este hombre tiene la autoridad de imponer su ley artística allí donde actúe, sea en un polideportivo o en el Teatro Real.
En la guitarra flamenca actual me parece que nadie puede ponerse a su nivel. Ni en ese ni en otros sentidos. Lleva casi medio siglo en la profesión, han surgido después de él un grupo numeroso de excelentes tocaores, y sin embargo sigue por delante, marcando pautas como si lo tuviera aprendido todo. Hace lo más difícil como si fuera lo más fácil, y lo más fácil ya ni lo hace.
El concierto que comentamos fue todo, salvo un par de temas que hizo en solitario, en clave de ritmos rápidos, y acabó siendo un verdadero análisis del compás, de la música flamenca que lleva siempre una cadencia sostenida y vivaz, llámense los estilos bulerías, tangos, rumba, alegrías... Pareciera como si Paco de Lucía tuviera toda la música en la cabeza, la racionalizara y nos la diera en las dosis justas, medidas y colmadas de belleza. La gente, un público en el que predominaban los jóvenes, vibró desde antes de que sonara la primera nota, y ya no paró en todo el concierto; hubo quien se lo bailó enterito en su silla y hoy tendrá agujetas.
Paco de Lucía se rodeó para esta gira de un grupo que le venía a la medida. Mucho cante especialmente, con tres cantaores que lanzaban sus voces con fuerza, con desgarro, con convicción. A Paco le gustan las voces gitanas, de rajo dramático y misterioso, y goza acompañando el cante que fue su vocación primera. En este concierto se explayó a conciencia. Después de tanto silencio, oírle de nuevo es un lujo.
Babelia
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