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Maragall exige que Euskadi contribuya como Cataluña a la solidaridad en España

El presidente de la Generalitat afirma que los catalanes "también financian a los vascos"

"Las comunidades forales no pueden esquivar la obligación a medio plazo de contribuir a la solidaridad como el resto de comunidades de renta superior a la media". El presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall, insistió ayer en defender un modelo de financiación simétrica para todas las comunidades, pero lo hizo además señalando sin eufemismos que los resultados de Euskadi no pueden ser distintos: "Los catalanes estamos financiando no sólo a los extremeños y los andaluces, sino también a los vascos", afirmó en el Parlament, donde hizo balance de su gobierno.

Maragall compareció ayer en el Parlament para explicar la acción de gobierno de sus primeros seis meses. Fue una comparecencia inusual -muy raramente el presidente de la Generalitat se ha sometido al examen de todos los grupos durante casi cuatro horas en comisión parlamentaria-, pero también porque dejó de lado toda improvisación y se ciñó por completo al guión para no dejar cabos sueltos: puso en primer término la agenda social que impulsa su Gobierno -a ella dedicó el grueso de su intervención- y quiso despejar algunos malentendidos de su relación con el Gobierno del PSOE y, sobre todo, con el Ejecutivo vasco.

Pese a que su reciente reunión con el lehendakari Juan José Ibarretxe fue interpretada como un intento de unir esfuerzos con el Gobierno vasco para aumentar los respectivos autogobiernos, Maragall dejó claro que existen diferencias importantes. Con el plan Ibarretxe, del que subrayó sus discrepancias en la forma en que ha sido planteado, pero también sobre la financiación del País Vasco, una cuestión que pocas veces un político ha expresado con la contundencia que ayer empleó Maragall: el presidente catalán consideró inadmisible que, de acuerdo con sus cálculos, Euskadi "no contribuya" a la financiación de las regiones con menos renta de España.

El presidente de la Generalitat no presentó la situación de la financiación como un supuesto agravio de Cataluña con el resto de las comunidades, sino que la situó en el conjunto de las que "contribuyen con transferencias netas a la financiación global". En el grupo colocó también, junto a Cataluña, a Madrid, las islas Baleares y Navarra, y lamentó que Euskadi "no contribuye, sino que recibe".

Su receta es que "a la larga Cataluña y Euskadi han de converger hacia una balanza fiscal negativa, pero limitada a lo que marca la diferencia entre renta y población". Es decir, la base de su propuesta es que todas las comunidades, con independencia de su modelo específico, paguen por renta y reciban por población.

Las diferencias sobre financiación no son obstáculo, según Maragall, para que Cataluña y el País Vasco colaboren para consolidar "una España no sólo plural, sino también diversa". A su juicio, la clave para dar un nuevo impulso en el autogobierno es el "triángulo autonómico" en el que incluye también Andalucía.

El objetivo sería que la Constitución consagre sin "confusiones" la diversidad de los pueblos de España y una consideración específica para Cataluña. A tenor de su análisis, el proceso constituyente de 1978 obligó a "cautelas" que a su juicio ya no tienen sentido y apremió a "corregir algunas confusiones generadas o permitidas por aquel lenguaje tan elíptico". Aunque fue citando al nuevo presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, defendió un "estatus específico distinto" en la Constitución para Cataluña, Euskadi, Galicia y Navarra.Maragall no ahorró elogios hacia el Gobierno del PSOE, pero también dejó claro que habrá desavenencias y no renunciará a defender su punto de vista, coincida o no con el del PSOE: "Es indispensable que los gobiernos, por muy amigos que sean, sepan expresar sus divergencias y hacerse portavoces de los intereses contradictorios que representan, en lugar de cerrarse en una unanimidad vacía de contenido", afirmó.

En cambio, a juicio del jefe de la oposición, el convergente Artur Mas, la relación entre Maragall y el PSOE es de pura dependencia y sumisión, como lo demostrarían el cese de Josep Lluís Carod Rovira después de su entrevista con ETA y la negativa de los socialistas españoles a que el PSC tenga grupo parlamentario propio. El presidente replicó que este último asunto compete solamente a su partido y que, además, no se necesita un cambio de reglamento del Congreso para que el PSC pueda recuperar su grupo. Para sumisión, respondió a Mas, la de CiU respecto al Partido Popular en la anterior legislatura. Y respecto a la entrevista de Carod con ETA, Maragall acusó al ex presidente del Gobierno, José María Aznar, de habérsela ocultado ya que, según explicó, éste tuvo conocimiento de su celebración 10 días antes de que se publicara en la prensa.

Mas hizo un balance sumamente crítico de los seis meses del tripartito, más negativo que el realizado posteriormente por el popular Josep Piqué. El dirigente de CiU acusó a Maragall de vivir de renta de los gobiernos de Jordi Pujol y exhortó a Maragall a copiar el estilo de José Luis Rodríguez Zapatero. Un Gobierno, dijo, "con liderazgo, proyecto y ambición", condiciones de las que carece, en su opinión, el catalán.

La reforma estatutaria y el nuevo sistema de financiación consumieron buena parte de los debates de ayer entre Maragall y el resto de los partidos. Mas instó al tripartito a reclamar un modelo similar al cupo vasco, que el presidente rechazó pues, aseguró, la propuesta de su Gobierno es que las comunidades paguen por renta y reciban en proporción a su población. Josep Piqué consideró esta fórmula un despropósito ya que, a su juicio, los catalanes ya pagan por renta, y las inversiones del Estado en Cataluña también deberían tener en cuenta la extensión del territorio. El líder del PP catalán discrepó de sus homólogos españoles y apostó por la publicación de las balanzas fiscales.

El republicano Josep Huguet advirtió de que el sistema de financiación propuesto en el pacto de legislatura tan sólo supone el punto de partida de las negociaciones y, en ningún caso, el objetivo final. Y señaló que además de obtener más recursos -"imprescindibles para aplicar un programa de izquierdas", dijo- también debería romperse la dinámica de concentración económica y empresarial en Madrid. Huguet proclamó la solidez del tripartito pese a los "intentos de desestabilización" por parte de CiU y "alguna tentativa partidista" interna.

En cuanto al Estatuto, Maragall lanzó un avisó a los convergentes y les instó a no "pasarse de largo" y aparecer más de izquierdas y más nacionalistas que Esquerra Republicana. El presidente dijo que Cataluña debe superar el actual estatuto, pero, a la vez, pactar otro que "España pueda entender".

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