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Reportaje:

Neruda regresa a Argüelles

El Museo de América tributa al poeta una exposición pictórica junto al barrio donde viviera en la Guerra Civil

Pablo Neruda, el amigo de España que trocó materia en poesía y poesía en materia, acaba de regresar al barrio de Argüelles-Moncloa, muy cerca de la Casa de las Flores, junto a la calle de la Princesa, donde viviera algunos de los más intensos años de su vida, entre 1934 y 1937. Lo ha hecho de la mano de un compatriota suyo, el pintor Carlos Vásquez, que ha coordinado la exposición Neruda. Imagen de un centenario, abierta esta semana en el Museo de América.

Vásquez ha recorrido las principales colecciones chilenas y españolas para reunir los testimonios pictóricos que permitieran al visitante evocar el universo poético de Neftalí Ricardo Reyes, que tal era el nombre del poeta nacido en 1904 y muerto en 1973, que recorrió como diplomático Asia y Europa, España incluida, sembrando palabras, anhelos, tristeza y solidaridad en unos años donde el plomo fratricida oscureció la transparente atmósfera azul, tan madrileña, por él tantas veces ensoñada.

El Museo de América se eleva sobre el promontorio que domina la Ciudad Universitaria. Precisamente a este mismo lugar al que, pese a su vecindad, la perdida Guerra Civil española impidió acceder durante la contienda -por él pasaba la línea del frente de batalla- regresa ahora el poeta comunista, victorioso en el recuerdo de 38 espléndidos pintores, 21 de ellos chilenos y 17 españoles, convocados por Carlos Vásquez. No han faltado a la muestra lienzos de su amigo, tambien fallecido, José Caballero, tres soles negros que atraen la atención fascinada del visitante; ni el dolorido realismo en Antonio López; ni Luis Feito, guiño de masas cromáticas negras y rojas; ni tampoco Antón Llamazares, autor de un secano encendido de verdes. También el llorado Lucio Muñoz muestra en esta exposición su Mina Almagrera, sinfonía plástica que parece guiar el pensamiento por los senderos insondables de la materialidad, para aflorar luego en el destello esencial de sus maderas secas, aunque vivas.

La contribución de los pintores chilenos, con el preludio del impresionante mar gris de Isla Negra -"el mar que conozco", dijo de él el poeta- que Guillermo Muñoz Vera ha detenido con toda su heladora espuma, inunda la sala del museo: Dolores Walker y sus vítreos manteles barrocos; Claudio Bravo, sus roscas y panes en pastel; Eduardo Úrculo, con su Superstición lejana; Vásquez, magistral por su realismo virtualmente cromado... Diversidad que evoca los anhelantes emprendimientos del poeta, que reencuentran furtivo solaz aquí, tan cerca de donde confesó haber vivido tanto.

Martes a domingo, de 10.00 a 15.00.

Neruda. Imagen de un centenario. Museo de América (Avenida Reyes Católicos, 6).

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