El jardín, protagonista de la ciudad

La revolución industrial en Inglaterra y la revolución política acaecida en Francia propiciaron que durante el siglo XIX, en algunas grandes ciudades como Londres o París, se transformaran los jardines reales y surgiera un nuevo género de espacios de recreo y esparcimiento que tomaron el calificativo de "parque urbano". El genio de Adolphe Alphand y de Pierre Barillet-Deschamps logró crear realmente un nuevo arte que, participando de los requerimientos higienistas y de las necesidades de esparcimiento cívico, ha creado parques tan atractivos como el Bois de Boulogne o el de las Buttes-Chaumont en París, lugares que, aún hoy, ciento cuarenta años después, siguen siendo muy visitados por su enorme atractivo paisajista.

Una nueva sensibilidad creadora está cambiando las prácticas municipalistas de ajardinamiento

Pero aquel empeño artístico, cargado de una inventiva y originalidad que entonces sorprendió a propios y extraños, se convirtió pronto en una colección de recetas a imitar que se ha repetido con tediosa zafiedad en todas las ciudades del mundo, rebajando los presupuestos artísticos de la jardinería urbana a la categoría residual de "zona verde", es decir, a espacios indeterminados que, al quedar vacantes de edificación, han sido cubiertos de vegetación.

Sin embargo, en las últimas dos décadas estamos asistiendo a la aparición de una nueva sensibilidad creadora que, apoyándose en las experiencias de las artes plásticas, intenta romper con las prácticas municipalistas de ajardinamiento para volver a recrear el espacio urbano con voluntad artística y procedimientos innovadores. Un ejemplo de las posibilidades de esta actitud se puede admirar en el parque André Citroën de París.

No es fácil romper con los atavismos y la inercia de más de un siglo, no es fácil tampoco experimentar con un arte como el de la jardinería urbana que necesita para su desarrollo disponer de espacio público, plantas y elementos costosos y cuidados continuados. Conscientes de estos y otros muchos problemas, la asociación Jardin Urbain de la ciudad helvética de Lausana ha sabido convencer a la municipalidad para que aporte espacio público y a diferentes empresas para que proporcionen los medios económicos suficientes, lo que ha permitido celebrar una tercera convocatoria para realizar una exposición realmente única en el mundo. Se trata de un concurso internacional en el que grupos interdisciplinares proponen la construcción de jardines que son, en realidad, obras de arte urbano realizadas con plantas que logran transformar durante el verano y el otoño una parte de la ciudad.

En las dos anteriores ediciones, que se han convocado con carácter trienal, se había actuado sobre espacios situados en el corazón del casco histórico de esta encantadora villa, es decir, en lugares muy cuidados en los que cualquier actuación quedaba enmarcada por un aura de calidad y limpieza ambiental. Pero para esta tercera muestra se ha elegido como escenario una antigua zona industrial que se halla en proceso de transformación y un espacio ferroviario que está siendo desmantelado, en un intento de poner a prueba la capacidad reflexiva y operativa de esta nueva generación de paisajistas, jardineros y artistas. La exposición consta de 34 instalaciones jardineras que se pueden recorrer andando a lo largo del valle del río Flon. Un amplio espacio, de varios kilómetros, que ha sufrido la canalización de su cauce y la transformación de su topografía, para convertirlo en instalaciones ferroviarias y en recintos de almacenamiento.

Aunque cada uno de los grupos

de paisajistas ha actuado con propuestas individuales y heterogéneas, la pretensión de esta muestra es ofrecer una nueva imagen del antiguo valle, para mostrarlo como un paisaje contemporáneo que el visitante puede ir descubriendo a lo largo de un paseo en el que van apareciendo inesperadamente follies y sorpresas, como sucede en un jardín paisajista inglés del XVIII. Así, rampas, escaleras, terrazas y ventanas se presentan cubiertas de plantas y flores, líneas de césped, trampantojos y espacios cromáticos o sonoros que adoptan formas y coloraciones tan caprichosas como sorprendentes. La experimentación no atañe sólo al ensayo con composiciones novedosas y a la mezcla de elementos y materiales heterogéneos, sino también al propio mundo vegetal, ya que algunos equipos se sirven de especies de plantas que hasta ahora eran más propias del huerto doméstico que de la práctica jardinera. Entre estas imaginativas construcciones hay que destacar una instalación realizada con geranios diseñada por el paisajista y escultor Álvaro de la Rosa y la arquitecta Ana Méndez, único equipo de españoles que ha sido seleccionado en esta edición.

Lausanne Jardins 2004. Lausana. Hasta el 17 de octubre.