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Reportaje:

La agresividad del león asiático

Dos empresarios relatan sus experiencias y las esperanzas que han depositado en sus plantas de producción en China

Los tigres asiáticos que inundaron el mercado occidental hace tres décadas con productos made in Corea o Taiwan han dejado paso al león chino, cuya formidable potencia ha desplazado a otros competidores y fascina a fabricantes de todo el mundo. Luo Licheng, consejero económico de la Embajada de China en España, animó ayer a los empresarios valencianos a invertir en su país para aprovechar "el bajo coste de la mano de obra y el mercado más grande de todo el mundo". Pero la aventura empresarial en China exige tanta paciencia como nervio, como relataron en la Bolsa de Valencia dos empresarios valencianos.

Jorge Zahonero inició la exploración en 1993 a través de un consejero británico. Zahonero Virgili es el primer fabricante mundial de espuma de látex para la industria del calzado y optó, hace años, por acercar el producto a sus clientes. Montó una fábrica en México en 1980. Dos años después abrió otra en Brasil. Siguieron Portugal, Argentina e Italia. En 1996 destacó un agente en Hong Kong. Entonces, "el negocio no justificaba desplazar un empleado". Pero 7.000 de los 12.000 millones de pares de zapatos que se producen anualmente en el mundo proceden de China. Era cuestión de tiempo.

Zahonero asegura haber acertado al instalar una fábrica en uno de los polígonos levantados como escaparate para la inversión occidental. Todos los servicios están centralizados. Todavía no ha logrado aclararse entre los dos sistemas oficiales de pago del IVA y aún anota a mano "en un libraco" las importaciones y exportaciones para cotejarlas con el registro manual de aduanas.

Pero las reminiscencias del pasado - "que cambian muy rápidamente"- conviven con "los clientes más exigentes" en plazos y especificaciones técnicas a los que ha servido nunca; las más estrictas medidas ambientales y contra incendios de todo el mundo; y "la presión de las autoridades" sobre una parcela que mantienen en barbecho junto a su fábrica. "Nos exigen una inversión de millones de dólares por metro cuadrado que, de momento, hemos sorteado", explica.

El acceso a la red eléctrica está prohibida dos días por semana porque la red es incapaz de servir una demanda disparada. Pero no se corta el suministro. El empresario debe optar entre parar la producción o arriesgarse a la amonestación, primero, y la posterior sanción "si pasa el inspector". Una práctica "muy china", dice Zahonero. El grupo ya tiene plantas en Vietnam y la India, aunque el producto chino es "muy apreciado" en toda Asia. Pero todavía tropieza con problemas de comunicación: todos los escalones de dirección y gerencia, salvo la comercial, son ocupados por "occidentales".

Alfonso Sanz, fabricante de maquinaria agrícola de uso manual, llegó a China hace seis meses y empezó por trasladar al auditorio "una gran duda". Sanz ha localizado a tres fabricantes que falsifican uno de sus productos y ha podido "negociar con ellos". Ha descubierto que debe "sacrificar los márgenes para aumentar el volumen y poder competir". Confía en asentar la calidad de su marca para servir a los agricultores chinos cuando puedan poseer sus propias parcelas, a partir de 2005. El objetivo de Sanz Hermanos es "estar allí cuando el león despierte".

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