Huntington: hablar inglés o morir
Samuel Huntington ha utilizado la plataforma excepcional que supone el suplemento Domingo para predicarnos su cruzada antihispana e insistir en el peligro que supone para la identidad norteamericana, quintaesencia y soporte, según él, de los valores del mundo occidental, el uso cada vez más generalizado del español y la persistencia del referente cultural hispánico en los Estados Unidos.
En la entrevista de EL PAÍS, el intelectual pentagónico reitera, aunque de forma más aterciopelada, los argumentos presentados en sus últimas publicaciones: El reto hispano en Foreign Policy y ¿Quiénes somos? en Paidós. Su tesis central coincide de manera paradójica con la interpretación de Chomsky de la política estadounidense: los americanos necesitan de una amenaza exterior, que o se tiene o se crea, para percibirse como comunidad. En esa función, "la URSS y el comunismo ateo... han sido sustituidos por el islam militante... que nos ha devuelto el sentimiento de identidad nacional". A la imposición ideológica de esta tesis contribuyó de modo importante su amedentrador Choque de civilizaciones y la amenaza de la agresión islámica que anunciaba. Por eso es incoherente que ahora se declare ocasionalmente contrario a una guerra que tanto hizo públicamente por desencadenar.
Por lo demás, las bombas que el profesor Huntington proponía en el Vietnam como el medio más seguro para defender la civilización occidental han asumido ahora la forma de las armas ideológicas: los mexicano-americanos amenazan la existencia de los Estados Unidos por su incontrolada capacidad de reproducción y por su incapacidad congénita para aprender. Pruebas: la primera, en 2040 los hispanos representarán el 25% de la población americana, y segunda, el 36% de los estudiantes hispanos no terminan sus estudios secundarios frente al 8% de los blancos americanos, y apenas el 4% de los mexicanos acceden a la universidad frente a la media general del 22% de los americanos.
Apoyado en estas cifras, a las que con la descontextualización a que se las somete se les hace decir lo que se quiere, la conclusión es inequívoca: no podemos dejar que la marea hispana acabe con nuestro país. Remedio: hablar sólo inglés, imponer en los EE UU primero y en el resto del mundo después el monolingüismo anglofónico. Es más, para instalarse en el american way of life con que tantos sueñan, hay que soñar en inglés. Y el profesor Huntington se pone como ejemplo: miren ustedes lo influyente que soy y lo bien que me ha ido y sólo hablo inglés.
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