Injusticia demográfica
Una reciente encuesta del CIS pone de manifiesto que casi dos de cada tres españolas (un 61,1%) desearía tener más hijos de los que tiene. En una situación ideal un 38% de las encuestadas querría tener tres hijos, un 12,5% tendría dos y un 11,5 se decidiría por cuatro. Aunque descendiendo a la realidad, un 57,8% afirma que tendrá dos, cerca del 15% se conformará con uno y sólo el 13% aspira a tres. Sin embargo, lo cierto es que el promedio de hijos por mujer sigue siendo en España de los más bajos del mundo, 1,26 y eso que la mayor natalidad de los emigrantes está subiendo la estadística.
Las españolas querrían tener más hijos pero no pueden, a pesar de que algunas los buscan desesperadamente. Por ejemplo, los gemelos están aumentando espectacularmente. En la Comunidad Valenciana, el número de partos gemelares aumentó en un 70% entre 1998 y 2002. Un dato que pone de manifiesto el uso cada vez mayor de técnicas de reproducción asistida.
El aumento del número de hijos fuera del matrimonio se ha duplicado en los últimos diez años. En 1991 el número de hijos extramatrimoniales era en España del 10%, en 2002 alcanzaron el 21,4%. Cifras que revelan la caída de muchos prejuicios y la voluntad de maternidad por encima de otras consideraciones. Además crece el número de mujeres lesbianas o sin pareja heterosexual que acuden a una clínica de reproducción asistida para someterse a un tratamiento de fertilidad. De las 200 inseminaciones artificiales de donante de semen que realizó en 2002 el Instituto Valenciano de Infertilidad, 77 se practicaron a 34 mujeres sin pareja heterosexual, lo que supuso un notable incremento respecto al año anterior en el que se atendió a 27 mujeres sin pareja heterosexual. Con las fecundaciones in vitro el aumento aún ha sido mayor pasando de 18 mujeres sin pareja heterosexual a 30 mujeres.
Por otra parte, también se da el caso de mujeres sin pareja que buscan un segundo hijo, recurriendo al encuentro esporádico, pero bien planificado, con un varón con el que será probable y deseable no volver a coincidir. Y aunque sobre este tema no hay estadísticas, se sabe que para esta función están muy bien valorados algunos emigrantes eslavos.
A la vez en España se está produciendo un auténtico baby boom de las adopciones internacionales. En los últimos siete años España se ha convertido en tercer país que más adopta del mundo, en términos relativos. Sólo EEUU y Canadá, con niveles de renta mucho más altos, superan a España en número de adopciones por habitante.
Pero todo este mosaico de datos no quedaría completo si no observáramos como desde 1976, cuando se inicia la caída de la natalidad, ha ido aumentando paulatinamente la edad media de las españolas al nacimiento del primer hijo. Si a la muerte de Franco era de 25 años, en 2000 superaba los 29 años. La incorporación de la mujer al trabajo y la falta de guarderías y de ayudas económicas explicaría, en parte, las diferencias entre los deseos de maternidad y la realidad. A la vez el aumento de las adopciones internacionales se debería a un mayor bienestar de los españoles. Aunque paradójicamente los que más procrean son los que menos tienen, los emigrantes.
Mientras, el planeta crece deprisa y algunos científicos ecologistas, como Lovelock, dicen ahora que la única solución en un mundo de 6.000 millones es la energía nuclear. La realidad nunca es justa y la demografía, tampoco.
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