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Reportaje:

De cuerdas, percusiones y aires sureños

El violinista libanés Ara Malikian cierra el Festival Alamar en Almería, la mayor apuesta cultural de la capital

Van sólo cinco ediciones. Pero en esas cinco primaveras por las que el Encuentro de las Culturas Mediterráneas Alamar de Almería ha pasado, han gestionado su programación tres concejales diferentes y de partidos antagónicos. Alamar, organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento, con un presupuesto de 300.000 euros, ha superado vanidades políticas estériles, que otrora eliminaron festivales consolidados como el de jazz, para zambullirse de lleno, cada mes de junio, en un mar de ritmos, sonidos y sensualidades.

El festival envuelve a un público variopinto que mezcla a jóvenes ávidos de una música poco comercial y a familias completas interesadas también en sonidos exóticos. "Estos encuentros nunca han entendido la música clásica como categoría distinta de la popular. Han eliminado los falsos linderos cuando presentaban los sonidos que llegaban del profuso caudal árabe, y han sido conscientes de que cultas eran todas las expresiones musicales que han desfilado por nuestros escenarios, y que se hacían populares al ocupar el alma de las gentes", explica Xavier Rekalde, una de las caras más representativas de Alamar y presentador de cada una de las ediciones que ha tenido este festival.

Entre las virtudes del programa resalta su gratuidad, previa recogida de invitaciones, que ha acercado a todo aquel que lo ha requerido a escenarios monumentales y recoletos. Desde el Patio de los Naranjos del Cuartel de la Misericordia a las faldas de La Alcazaba, la misma fortaleza árabe, el claustro de la Escuela de Arte o la Plaza Consistorial. Fue en este último recinto donde Gitanos del Nilo, animadores del folclore del alto Egipto y del repertorio de las cofradías, ofreció dosis de música popular en estado puro que hizo vibrar a los heterogéneos oyentes y que incluso contó con la salida al escenario de dos espontáneos (invitados por el grupo) a bailar la danza egipcia.

"La música que interpretamos es la popular de Egipto, donde contamos la vida cotidiana y las alabanzas a Dios. Este festival de Alamar es una magnífica oportunidad para acercar las dos orillas del Mediterráneo", dijo Moussa Mohamed Kenawy, componente de Gitanos del Nilo ante su auditorio.

En ese mismo escenario la tunecina Amina ofreció el jueves su particular revisión pop del repertorio del chaabi, del gnaui y de algún estándar jazzístico. Y también sirvió de marco para el concierto de Ojos de Brujo, en el que más de 4.000 personas vibraron con la fusión del flamenco y la electrónica.

"Es un marco ideal para un grupo como nosotros, pues hacemos música de raíz y la ponemos en común con otras músicas. Es, nunca mejor dicho, un encuentro de músicas", señalaba Ramón Giménez, guitarra y uno de los creadores de Ojos de Brujo, sobre Alamar.

La unión de la música andalusí y el flamenco vinieron de la mano de la Orquesta Chekara y Segundo Falcón. El encuentro, que no fusión, entre ambos, sirvió para mostrar los puntos en común de los sonidos marroquíes y andaluces. "Si este encuentro de músicas se hace desde el respeto a la raíz de cada una de ellas, tanto el flamenco como la música andalusí, lo que se consigue es engrandecer ambas", explicó Falcón.

La quinta edición de Alamar ha contado además con los israelíes Duo Esperanto and Friends, con la argelina Souad Massi, los valencianos L'Ham de Foc y la cantante griega Kristi Stassinopoulou. El festival tampoco ha renunciado a un encuentro literario y otro cinematográfico, unido a un taller para niños sobre el flamenco y otro con demostración de instrumentos del área mediterránea (Grecia, Turquía, País Valenciano y Magreb). Además de una exposición pictórica, que en esta edición es una retrospectiva de Francisco González Romero.

Los conciertos acabarán mañana con el violinista libanés Ara Malikian, uno de los más brillantes y expresivos de su generación. Su inagotable inquietud musical y humana han llevado a Malikian a profundizar en sus propias raíces armenias y asimilar la música de otras culturas del Medio Oriente (árabe y judía), Centro Europa (gitana y kletzmer), Argentina (tango) y España (flamenco).

Será él quien despida Alamar con un "hasta luego" que vuelva a reunir a miles de personas el próximo año en torno a las músicas y culturas de la ribera mediterránea.

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