_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La bala

Manuel Vicent

Conservo todavía una cápsula de bala que encontré de niño en la sierra de Espadán donde se habían librado fuertes combates durante la guerra civil. Años después aquella ladera salvaje era muy feraz en toda clase de metralla y entre los frutos silvestres que daban los árboles, el que yo más apreciaba eran las bombas de piña, aunque una de ellas le segara la mano a un compañero de correrías y otra le descolgara un ojo hasta la mandíbula al hijo del chatarrero, que también era monaguillo. Esta cápsula de bala me ha seguido a lo largo de la vida, junto con los libros, en todas las casas que he habitado y al mismo tiempo la he llevado alojada como una metáfora en el interior del cuerpo, en el corazón, en el sexo y en la mente, incluso en la rodilla cuando la doblaba ante Dios. En su tiempo fue disparada en medio de un odio fraticida, pero ignoro si su proyectil mató a un hermano o fue a morir suavemente sin dañar a nadie entre las jaras floridas o al pie de una encina para convertirse en una bellota de metal. Guardo la cápsula plantada en un estante de la biblioteca, siempre custodiando un volumen significativo, que varía según mi estado de ánimo. Unas veces la dejo junto a un libro de poemas o la apoyo en un tratado de arte, en la biografía de algún héroe, con el fin de que la belleza contenida en sus páginas llegue a purificar de forma mágica su violento pasado. Desde hace unos días la bala estaba haciendo guardia delante de las obras completas de John Keats. La he tenido que apartar para extraer el libro del estante. Luego lo he abierto al azar y he leído los primeros versos que han herido mis ojos: En el mismo centro de aquellos placeres/ se levantaba un altar de mármol, con una trenza/ de flores recién abiertas. Esta bala también cambia de lugar en el interior de mi cuerpo. Unas veces la llevo en el cerebro y pienso que ya me ha matado después de trazar en mi frente la señal de la cruz; otras veces la llevo en el bolsillo del pantalón junto al sexo como un amuleto sagrado y al acariciarla aun puedo ver la luz de su proyectil entre las jaras; al final esta bala que encontré en aquella ladera agreste de la niñez siempre acaba por buscar sitio en el corazón donde se convierte en bálsamo de todas las derrotas y en la esperanza de la última victoria. Con la bala en la mano he leído otros versos de John Keats: Dadme un pluma dorada y dejad que me recueste/ en un montón de flores, en regiones despejadas y lejanas. Después he colocado el libro en el estante y he vuelto a apoyar la bala en la espalda del poeta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_