Sin llaves fuera de casa
El sábado pasado por la noche salimos de casa para ir al videoclub. Tras la habitual pregunta "¿Tienes las llaves?", cerramos la puerta e intentamos cerrarla con llave, pero no podíamos. Entonces nos dimos cuenta de que, en lugar de haber cogido las llaves de casa, habíamos cogido las de casa de mis padres. Todas las copias de las llaves de casa estaban dentro, y nosotros estábamos fuera, sin teléfono y sin dinero, sólo con la tarjeta del videoclub y las llaves del coche.
Conseguimos unas páginas amarillas, donde encontramos un único teléfono donde ofrecían el servicio que buscábamos, así que sólo teníamos una opción. Llamamos y le pregunté a la telefonista cuánto nos cobrarían por abrirnos la puerta. La señorita me dijo que esa información me la facilitaría el técnico, a lo que yo le respondí que me diera al menos una cifra aproximada, pero ella se negó de nuevo, diciéndome que el importe dependía del servicio. Entonces pensamos que debía de ser muy caro y por eso no querían dar la información.
¡Y tan caro! Al cabo de una hora, tal y como la telefonista había dicho, apareció el cerrajero. Subimos hasta casa y empezó a manipular la cerradura con un destornillador. Ahora creo que quizá lo hizo para que tuviéramos la sensación de que si nos cobraba una fortuna lo hacía por la dificultad del trabajo. Luego, casi inmediatamente, sacó un trozo de plástico similar al de una botella rota y lo puso entre la puerta y el marco y lo fue subiendo, desde abajo hasta la altura de la cerradura, le dio un golpe a la puerta y la puerta se abrió. ¡Qué alegría! Valía la pena pagar, no sé, ¿100 euros?
Hicimos entrar al señor en casa, que se puso a preparar la factura. Y nos dijo: son 257 euros. Ya se pueden ustedes imaginar nuestras caras.
¡Pensamos que se había equivocado con la coma! Yo le dije que eso superaba todas las expectativas de abuso que podíamos tener, que eso era la comida de un mes entero para dos personas; en fin, que pagamos. ¿Y qué íbamos a hacer? Firmé la factura y el hombre se fue. Encima de mi firma ponía: "El cliente afirma que conocía el precio del servicio antes de que fuera ejecutado". No tengo palabras. Eso sí, las llaves, de ahora en adelante, siempre en el bolsillo. Y ustedes, antes de hacer lo que nosotros hicimos, tiren la puerta abajo; una nueva les saldrá más barata.
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