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LA POSGUERRA DE IRAK | Los ataques

El clérigo radical Al Sáder ordena a sus milicianos el fin de la revuelta chií

El clérigo radical Múqtada al Sáder pidió ayer a sus milicianos que no sigan combatiendo contra las tropas de ocupación, poniendo así fin, al menos en teoría, a 10 semanas de revuelta que ha tenido, entre otros escenarios, las ciudades de Nayaf y Kerbala, los lugares santos de los chiíes.

Mediante un comunicado oficial, Al Sáder ordenó a los integrantes del Ejército del Mahdi que cesaran en sus ataques. "Todos los integrantes del Ejército del Mahdi, los leales que han hecho sacrificios, deben volver a sus provincias a cumplir con sus deberes", señala el texto.

Al Sáder ha dado este paso sólo después de que el presidente de EE UU, George W. Bush, haya asegurado que no se opondrá a que el clérigo radical tenga un papel político en Irak. "Está tratando de salvar la cara", señaló el portavoz de la Administración Provisional, Dan Senor, sobre el llamamiento de Al Sáder, sobre quien han ejercido presiones, tanto responsables de la nueva Administración iraquí como diversos líderes religiosos.

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Al Sáder envió además un escrito a las autoridades religiosas chiíes en el que subraya que la policía iraquí será bienvenida por sus seguidores en las ciudades sagradas. No obstante, muchos analistas advierten de que no será tan fácil controlar a la población de Ciudad Sáder, una barriada de Bagdad de casi dos millones de habitantes sumidos en la pobreza, entre cuyas filas será muy complicado imponer la disciplina.

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