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Signos

Capital del dolor, Madrid en lágrimas

Un profesor y editor publica en Lucena un libro con poemas de alumnos dedicados al 11-M

En el instituto se aprenden por obligación Matemáticas, Historia, Educación Física, Geografía y otras materias. Pero en el Instituto de Enseñanza Clara Campoamor de Lucena (Córdoba) han ido más allá. Una treintena de alumnos de 2º A de Secundaria, azuzados por su profesor de Lengua, el editor y poeta Manuel Lara Cantizani, se han lanzado de lleno a la poesía. Han escrito el libro Once de marzo. Antología de haikus desde Lucena, publicado en la colección El Árbol Espiral. El haiku es una forma breve de la poesía japonesa que consta de tres versos. Algunos poetas han intentado aclimatar este tipo de composición a la lengua española.

Han sido jóvenes de 13 y 14 años los que, tras la tragedia del 11 de marzo en Madrid, han dejado en negro sobre blanco sus sentimientos sobre lo ocurrido. Todo surgió tras la última edición de la colección 4 Estaciones, que dirige Lara Cantizani. Se trata de una antología de haikus titulada Alfileres con textos de 57 autores, entre ellos Felipe Benítez Reyes, Vicente Luis Mora, Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena o Jesús Munárriz. El libro fue objeto de examen en el 2º A del Clara Campoamor. Tras los atentados de Madrid, a Lara Cantizani se le ocurrió que algunos alumnos expresaran aquel desastre de modo literario.

La idea emergió como una actividad para la paz, con poemas de cinco o seis alumnos para exponerlos en un mural. "Pero se nos fue de las manos para bien", explica Lara. Y todos los alumnos se volcaron. Eso es lo que más destaca este profesor, que 31 alumnos, algunos de los cuales llevarán más de un suspenso a casa -incluso en Lengua- escriban al unísono. Ahora preparan una segunda edición de 1.000 ejemplares. Todo el proyecto está sufragado por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Lucena.

Lara Cantizani, profesor de Lengua y editor de la colección 4 Estaciones, recuerda que tras los atentados oyó en clase exclamaciones agresivas contra los árabes. "Pero hemos logrado hacer un libro no excluyente", explica. Y así es. Los poemas hablan del amor perdido, del llanto, de las víctimas que tenían la edad de los autores, de las velas que las recuerdan. Sin embargo, no hay una gota de rencor hacia un pueblo cuya religión ha sido mancillada por los asesinos.

El profesor es consciente de que no saldrán 31 poetas de su clase, pero asegura que algunos apuntan maneras. "Labios vacíos / que ya no beberán / na de los míos"; "Sin saber nada / esperaba ese tren. / Cogí la muerte", escribe Laura Araceli Navas Sánchez, de 13 años. A esa edad es lógico que no sepa a qué se quiere dedicar, pero Laura destaca que le llamaron la atención los poemas haikus que leyó en clase. "Me gusta la poesía", resume.

"Loco. Vivir / olvidando el terror. / Locura aguda"; "Un león blanco / en jaula de cenizas / ruge en las vías", firma Francisco Javier Trujillo, de 15 años. Este alumno ya hace sus pinitos en El Día de Córdoba, en las páginas deportivas. "No leía mucho, pero Manolo

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me ha metido", cuenta.

Ayer evaluaron a Ana Alcalde, de 14 años. Todo sobresaliente. Su poema abre la antología: "Vías, macutos, / dolor, tristeza, pánico, ira; FUTURO"; "Árboles negros, capital del dolor; Madrid en lágrimas". El poema de Ana es el único que menciona la palabra futuro, una forma de optimismo, de seguir adelante.

Manuel Lara Cantizani no puede evitar ceñirse sólo al temario e inculca el amor a la poesía a sus alumnos. "Para mí es el cauce para otro tipo de enseñanza porque la creatividad no va de la mano con sacar buenas notas, aunque hay que sacarlas", apostilla. Para José Millán, secretario del centro, "es un incentivo para el resto de materias que despiertan menos interés".

Esta coral de voces frescas ha sido bendecida por diversos autores, como el poeta y profesor de la Universidad de Nueva York Hilario Barrero que, como ocurrió en el 11-S, destaca el levantamiento de la voz ante la tragedia de un país.

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