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VISTO / OÍDO
Columna
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Empresa Europa

La Europa "de las patrias", pedía De Gaulle; la de "los pueblos", querían otros, con una palabra equívoca que hurtaba otra Europa que intentaban algunos: la de los trabajadores. Ha terminado siendo la Europa de las empresas; y los europeos siendo sus empleados. Con fragmentos extraños entre sí, pero pegados convenientemente. Por ejemplo, la Europa de la Revolución Francesa con la de los nacionalismos, la de ciertos fascismos con ciertos comunismos y algunos libertarismos. La cosa irlandesa y española (Aznar) de meter la cristiandad se ha retirado, dicen que por mantener tranquila la población musulmana de tantos millones, como si le importase a los que mandan lo que piensan ellos. Más bien porque la parte trascendental del pensamiento del siglo XX en el que estamos, calendarios aparte, es judía. Y la de la empresa. En España, los ocho siglos árabes han dejado más fuerza, con la de la siempre oposición perseguida judía, que la catolicidad restrictiva, limitadora, aristocrática y militar. Esta Iglesia tiene resabios de fanatismo islámico. La Europa de las empresas es, naturalmente, internacional, universal: globalizada. Le importa tres pitos Europa. Ahora las empresas transmigran y dejan sin trabajo a quienes se lo dieron: se van al Este, sobre todo a la América pobre y el Asia dolorosa: mano de obra buena y mal pagada. En tiempos nos beneficiamos: venían aquí, y no sólo de Europa sino de Estados Unidos -que para eso envió a morir a miles de soldados, y a los de la guerra anterior- porque aquí no había huelgas ni sindicatos, y los salarios estaban controlados. Se van de aquí porque fuera hay gente más barata, terrenos más baratos y Gobiernos quizá más corruptos. Cuando la gente se manifiesta contra las reuniones de grandes, de ricos, de ideólogos del crimen, se las barre con samuráis de antidisturbios, largas porras y cascos, balas de goma, escudos: las fuerzas de la globalización.

Dadas las circunstancias, y el agradable tiempo reinante, el europeo pensó que le daba igual votar que no votar y no votó. A excepción de los que lo hicieron contra sus gobiernos: seres tan heterogéneos como Blair, Schröder, Berlusconi, Chirac: fuera, fuera. Ah, aquí votaban contra el pasado, tan reciente y tan gritón: todavía en la calle de Génova ondeaban esas banderas que sacan para fingir que ganan. Trescientas personas: y salió Esperanza Aguirre; dentro de la confusión de la noche, algunos la gritaban "¡guapa!".

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