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Reportaje:

El parto de nuevos policías

Cada nueve meses hay 2.100 nuevos agentes jóvenes, formados a toda velocidad, patrullando por las calles españolas

Patricia Ortega Dolz

Un domingo cualquiera, en la sección de ofertas de empleo de los periódicos, puede leerse: "4.200 plazas vacantes para el Cuerpo Nacional de Policía (CNP)". Desde que hace tres años se hiciera evidente el aumento de la criminalidad junto a la creciente falta de agentes y al envejecimiento paulatino del colectivo, con un descenso de cerca de 10.000 efectivos en la última década por las masivas jubilaciones la oferta de empleo público en este sector se ha cuadruplicado. De las mil y pico plazas que se ofertaban anualmente hace tres años se ha pasado a las 4.200.

El Cuerpo Nacional de Policía, que cuenta hoy con unos 44.000 agentes en activo (y otros 10.000 en segunda actividad, es decir, en la fase previa a la jubilación, entre 55 y 65 años), es un nuevo yacimiento de empleo para jóvenes españoles menores de 30 años y con carné de conducir. Y actualmente se forman policías a gran velocidad: nueve meses de preparación e incorporación inmediata. Sin ir más lejos, de los 18.000 policías que cercaron las calles de Madrid el pasado 22 de mayo, día de la boda real del príncipe Felipe con doña Letizia Ortiz, 6.000 procedían de los que actualmente se encuentran todavía en formación.

Los responsables dicen que la rapidez de la formación no implica una peor capacitación
La Academia de Ávila no da abasto para sacar dos promociones de policías por año

"Era nuestra primera salida y fue muy emocionante. Nos trataban como a un compañero más y el contacto con la gente resultó muy gratificante porque te sentías útil", comenta Raúl López, un sevillano de 27 años que, como el 11% de los aspirantes al cuerpo, dejó la carrera militar "porque no ofrece ninguna salida profesional". Lleva casi cuatro meses de formación en la escuela de policía de Ávila, tras aprobar la oposición y obtener una de las 4.200 plazas vacantes. Es de la promoción número 19B (ahora hay dos promociones anuales en vez de una, promoción A y promoción B).

"Vi que había un gran número de plazas y pensé que tenía posibilidades. En contraposición al Ejército, el cuerpo te aporta una estabilidad laboral y económica y la oportunidad de crecer profesional y personalmente", argumenta.

La academia de policía de Ávila, donde la frase más repetida es "a sus órdenes" acompañada de un saludo militar, se dice que es una de las más prestigiosas de Europa y la única de España, pero no da abasto para sacar dos promociones de 2.100 policías de escala básica por año.

Se ha tenido que comprimir la formación teórica en cinco meses cuando antes eran nueve y someter a las comisarías y a sus inspectores a un exceso de trabajo no remunerado al inventar un periodo de tres meses y medio de formación práctica, en la que no van armados, denominado "aula abierta", que imparten en las propias comisarías; se han instalado seis barracones de unas 60 plazas cada uno junto al pabellón docente de la academia para ampliar el número de aulas, y se han hospedado a cuatro aspirantes a policía en cada habitación, ya que la mayoría se encuentran en régimen interno...

En definitiva, todo está mucho más apretado: la teoría, porque el mismo temario se estudia casi en la mitad de tiempo, y la práctica, porque en las comisarías de pronto se encuentran con 30 personas más, además de los aspirantes que están en el periodo oficial de prácticas de siete meses y medio previsto tras la fase teórica y previo a la jura del cargo.

El resultado es que ahora, cada nueve meses, como si de un multitudinario parto se tratara, hay una tanda de 2.100 nuevos policías en la calle, porque durante los siguientes e indispensables siete meses y medio de prácticas, incluidos en la formación y previos a la graduación, ya funcionan como un agente más, allá donde son destinados: van armados, tienen total autonomía, aunque siempre van acompañados de un policía veterano, y cobran un sueldo medio de unos 1.200 euros al mes (unas 200.000 pesetas).

Sin embargo, la compresión de la formación no parece que conduzca necesariamente a una peor capacitación sino todo lo contrario: "Aunque los cinco meses en Ávila son muy estresantes, porque tenemos clases por la mañana y por la tarde y luego hay que estudiar en el tiempo libre porque los exámenes son bastante continuados, es muy interesante, ya que aprendes con casos reales y no con simulaciones de casos como se hacía en Ávila", explica Jorge. A sus 28 años, Jorge dejó su trabajo fijo de informático para hacerse policía y actualmente realiza el periodo de aula abierta en la comisaría de Retiro, en Madrid, junto a otros 29 compañeros de promoción.

"Este periodo les aporta una visión real de la calle, que es lo principal que deben conocer. Además, les permite mentalizarse de su nueva situación y concienciarse de su condición de policías. Tienen que creerse que son policías y saber en qué consiste su función. Tener trato con el ciudadano y con el delincuente", explica el inspector Rafael de la Cruz, que ejerce de tutor y de profesor junto a otros dos inspectores, de los 30 aspirantes asignados a la comisaría de Retiro, pese a que esta actividad es un trabajo extra no remunerado.

"En estos tres meses y medio se llevan una visión muy clara de lo que es esto. Me da mucho más trabajo pero es importante para nosotros; al fin y al cabo muchos de ellos serán nuestros compañeros más adelante. Además le dan color a la comisaría y nos obligan a esmerarnos más para dar ejemplo", agrega De la Cruz.

Desde el momento en que un policía ingresa en la academia de Ávila ya forma parte del Cuerpo Nacional de Policía. De hecho, cobra un sueldo de unos 600 euros, 300 de los cuales les son retirados en concepto de pensión completa, ya que casi todos son internos. La mayoría de los aspirantes son jóvenes con una media de edad de 25 años, de los que un 15% son mujeres, que se caracterizan por aspirar a, y ocupar, puestos de la escala ejecutiva, los de más alto rango y a los que se accede, en función del interés del agente, mediante sucesivas oposiciones y cursos que les capacitan para dichos puestos.

Muchos de ellos provienen del Ejército o de otras fuerzas de seguridad del Estado o han trabajado como vigilantes de seguridad. Suelen proceder de grandes ciudades, principalmente de Madrid, Granada, Gijón, Oviedo y Valencia, y el nivel de estudios de la mayoría es el BUP, aunque un 10% tiene estudios universitarios, otro tanto Formación Profesional y, el resto, la ESO.

Las pruebas para las sucesivas promociones empezarán otra vez a finales de año. En la escuela privada de policías Joyfe de Madrid, cerca de 350 jóvenes se preparan a conciencia -dan clases de Derecho, de Sociología, hacen cientos de test psicotécnicos, preparan las pruebas físicas- para convertirse en uno de los 20.000 opositores que obtenga alguna de las próximas 4.200 plazas vacantes para las vigésimas promociones.

"Ya me preparé el año pasado por libre, pero me tiraron en los psicotécnicos porque no me había entrenado", dice Raquel Méndez, una joven militar de 26 años. "Me gustaría llegar a ser subinspectora y también querría estar en la oficina de denuncias, aunque estoy dispuesta a ocupar cualquier puesto", añade. Ella, como cualquiera de sus compañeros, puede formar parte de la policía que viene.

Alumnos de la Academia de Policía de Ávila hacen prácticas de tiro.
Alumnos de la Academia de Policía de Ávila hacen prácticas de tiro.MANUEL ESCALERA

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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