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Reportaje:REPORTAJE

Los desafíos de Rodrigo Rato en el Fondo Monetario

El pasado lunes, Rodrigo Rato (55 años) arrancaba su trayectoria al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Ser director del FMI supone ocupar uno de los puestos más influyentes de la economía global, pero la tarea a la que se enfrentará el ex ministro durante su mandato -previsto para cinco años- no será nada fácil. No tanto por las incertidumbres -el propio Rato pronosticó el miércoles que no se va a revisar a la baja la previsión de incremento del 4,6% en el crecimiento mundial-, sino porque el FMI es una institución que no goza de muy buena imagen por su papel ambiguo en la gestión de las últimas crisis. El principal reto es redefinir el sistema.

Lo que Rato tiene por delante es garantizar la credibilidad y la eficacia del FMI en una economía globalizada y en su lucha contra la pobreza. Es consciente de que la organización "está en un proceso de cambio y adaptación a las nuevas circunstancias, y de aprendizaje de pasadas experiencias", como dijo esta semana, y asume la gerencia del FMI en un momento propicio para hacer frente a las reformas internas que necesita la institución: no tendrá que lidiar, de momento, con ninguna catástrofe financiera -salvo que se complique el caso argentino- y la economía global está en fase expansiva. Los nubarrones llegan más bien del lado del impacto de una inminente subida de tipos de interés en Estados Unidos en los países endeudados y por el efecto negativo del elevado precio del petróleo en la economía.

Rato no se engaña sobre el debate en el FMI y sabe que llega en el momento en el que está en marcha una revisión estratégica de los objetivos de futuro
Deberá recuperar y normalizar la imagen de los países latinoamericanos en el seno del FMI. Los Gobiernos de la región han puesto sus esperanzas en él
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Pero los problemas a los que tendrá que hacer frente Rato son más bien internos. La revista The Economist acaba de señalar que "la descripción del trabajo es poco atractiva", haciendo referencia a la pobre imagen del Consejo de Administración del FMI, muy politizado, y a las disputas que genera la misión corporativa de la institución, orientada a la prevención de crisis que desequilibren el sistema financiero internacional y la lucha contra la pobreza.

El que más claro ha puesto en evidencia las deficiencias de esta institución nacida tras la Segunda Guerra Mundial ha sido Joseph Stiglitz, antiguo economista jefe en el Banco Mundial y Nobel de Economía, que ha criticado la forma "ambigua" con la que el FMI ha hecho frente a las crisis financieras recientes y su política hacia los países más pobres. "El Fondo lo ha hecho bien y lo ha hecho mal", afirma uno de los funcionarios españoles en el FMI. La solución de la crisis financia de Corea del Sur en 1998 es un ejemplo del éxito. La de Argentina, por el contrario, es la del niño malo al que se le consintió demasiado.

El problema actual del FMI, según los conocedores de la institución, es que su estructura institucional sigue anquilosada en el "fundamentalismo liberal", introducido por la primera ministra británica Margaret Thatcher y el presidente estadounidense Ronald Reagan. La institución operó con éxito hasta que en los años ochenta fue secuestrada por esta visión. Esto llevó a que se impusiera a los países pobres condiciones muy severas para que pudieran acceder a los préstamos y a la asistencia financiera del FMI, condicionados a políticas privatizadoras que se han revelado prematuras en relación con el nivel de desarrollo de esos países.

Algunos observadores consideran que la institución se ha convertido en la voz de los países ricos, que se han distanciado más de los pobres. A esto se le suma su particular sistema de voto interno, en el que los países más desarrollados marcan el ritmo. Por eso son muchos los que piden que se "redefinan" las reglas en el reparto de poderes y una mayor descentralización.

Rato no se engaña sobre el debate del FMI y sabe que él llega en el momento en el que "está en marcha, en el seno del FMI, una revisión estratégica de los objetivos de futuro", incluidos "la gobernancia de la institución y la transparencia de las decisiones". En sus declaraciones del miércoles se comprometió a escuchar las diferentes ideas y posiciones y "a dar a los países la posibilidad de influir en las decisiones y de que opinen sobre ellas".

Las últimas crisis han servido para que el FMI hiciera autocrítica de su actuación en el pasado y se sacaron conclusiones sobre sus problemas de funcionamiento interno a la hora de mejorar la prevención de crisis financieras y de solucionarlas Los avances se han producido sobre todo en el primer punto. El FMI dispone ahora de un mecanismo de alerta temprana con el que pretende anticiparse a los problemas antes de que los países acudan pidiendo socorro.

El sector bancario

Además se ha aprendido que en las crisis financieras modernas desempeña un papel vital el sector bancario y que por eso hay que lidiarlas con otra perspectiva. Los choques monetarios se resolvían hasta ahora a base de subir los tipos de interés y de reducir el déficit. El FMI considera que ahora se debe dejar un cierto margen de maniobra a los Gobiernos en crisis para que puedan incrementar el gasto público. "Hay que apretarse el cinturón de la forma menos dolorosa posible", afirman dentro del FMI.

Pero es a la hora de diagnosticar las crisis y de aportar soluciones donde el FMI cojea, y ahí es donde Rato deberá poner mayores esfuerzos. "Dicho de otra manera, cómo se pueden minimizar los riesgos en la economía real mientras se resuelven los problemas financieros del país", señalan las mismas fuentes. Una de la ideas que estaba sobre la mesa es la de crear un Tribunal de Suspensión de Pagos que evitara que los acreedores se lleven el dinero fuera del país en crisis. El problema es tocar aspectos que tienen que ver con la soberanía nacional y EE UU nunca estaría dispuesto a aceptar un mecanismo de este tipo. De hecho, Washington acabó por apoyar un sistema alternativo, las denominadas cláusulas de acción colectiva, que definen el camino a seguir entre acreedores y el país deudor en caso de crisis.

Déficit fiscal de EE UU

Respecto al mecanismo de alerta, el FMI está siendo cada vez más crítico con las políticas económicas de los países desarrollados del G-7 o del G-20. El ejemplo es el toque de atención que dio el FMI a la política fiscal de EE UU al denunciar que su elevado déficit público representa un riesgo para la recuperación de la economía mundial. Pero se espera que la institución sea todavía más severa y agresiva. "Si hacen locuras, hay que decírselo". La doctrina de Rodrigo Rato ha sido muy clara en cuanto a la relación entre estabilidad y desarrollo, y para que no quedaran dudas la reiteró el miércoles: "No hay muchas posibilidades de reducir la pobreza si no hay estabilidad macroeconómica; veo muy difícil que se reduzca la pobreza sin estabilidad financiera".

La tarea inmediata con la que tendrá que ponerse Rato -que va a dedicarse a viajar intensamente en las próximas semanas- es la de asegurar la reestructuración de la deuda de Argentina con los acreedores privados. Junto a Brasil y Turquía, los tres países se comen más del 70% de los fondos otorgados por esta institución, en torno a unos

75.000 millones de dólares sobre un total de 107.000 millones. El FMI espera que Buenos Aires cumpla con las reformas estructurales.

Además, Rato deberá recuperar y normalizar la imagen de los países latinoamericanos en el seno del FMI. Durante el mandato de su predecesor, Horst Koehler, se les consideró desde los internos del FMI como economías "subdesarrolladas" y países "incompetentes". "El diálogo fue abrupto", reconocen en la institución financiera. Por eso no es de extrañar que los Gobiernos latinoamericanos tengan puestas muchas esperanzas en el ex ministro español. Rato fue un gran defensor de estos países en los foros internacionales, frente a Estados Unidos, y tiene claro que América Latina "debe ser capaz de desarrollar todo su potencial". Pero el margen de maniobra es reducido porque en el FMI quien manda es Washington, y eso vale también para los retos anteriores de Rato.

Rodrigo Rato, en su primera comparecencia ante la prensa tras su nombramiento como director gerente del FMI
Rodrigo Rato, en su primera comparecencia ante la prensa tras su nombramiento como director gerente del FMIEFE

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