Un día feliz para los afectados, tras años de incertidumbre

Para Juan Fernández, de 30 años, ayer fue un "día feliz". En enero de 2002 compró un piso en el PAU de Carabanchel y desde entonces ha tenido que seguir viviendo en casa de sus padres. Después de esperar dos años y medio, y de sufrir la incertidumbre de cuándo podrá mudarse a su nueva vivienda, es uno de los agraciados por las licencias de ocupación otorgadas ayer por el Ayuntamiento.

"¡Por fin me podré independizar!", exclama, pero recuerda que su situación no es la de miles de afectados por el retraso del PAU. "Sigo teniendo mi cuarto en casa de mis padres, y no he tenido problemas", dice, "pero muchos de los afectados creyeron que les iban a dar el piso en pocos meses y se deshicieron de sus viviendas para poder mudarse al PAU", recuerda. "Se quedaron sin casa y tuvieron que buscar un piso de alquiler donde fuera", afirma.

El piso de Juan es de precio libre y está en la avenida de la Peseta, 60; tiene 87 metros cuadrados y tres dormitorios. En enero de 2002 pagó por él 168.000 euros. "Ahora un piso igual costaría 300.000, y después de que nos hayan prometido el metro, no quiero ni pensarlo", afirma. Denuncia que, de todas formas, el precio apenas ha subido en comparación con el de los pisos de protección oficial del barrio, y pone un ejemplo: si una vivienda de tres dormitorios costaba al principio 100.000 euros, ahora cuesta 128.000 euros, "un 25% más del precio original", asegura.

Juan es miembro de la plataforma de afectados del PAU de Carabanchel y, a pesar de las buenas noticias, sigue combativo. "Tenemos todavía muchas cosas por las que luchar y reivindicar", dice. La ampliación de la M-40 y la M-45 "nos va a dejar sin un parque y los coches circularán debajo de nuestras narices".

Ayer fue un día feliz para Juan. Sin embargo, se pregunta: "¿No es mucha casualidad que dos de nuestras reivindicaciones más anheladas, el metro y la licencia, se cumplan el mismo día?".