Bryant salva a los Lakers
La mitología individual y colectiva se alimenta en tiempo de playoffs. Bryant y los Lakers lo saben a la perfección. Salió el balón de las manos de Kobe y en el acierto de su trayectoria viajaba el futuro de su equipo. La final se encontraba en un terreno impensable. Si sorprendente fue el triunfo de Detroit en el primer partido, menos imaginable resultaba que cuando se esperaba una respuesta convincente de los favoritos en el segundo acto, éste se encontrase con los Pistons tres puntos arriba (86-89) a dos segundos para su conclusión. El 0-2, alucinación sólo posible en las mentes de apostadores suicidas, era prácticamente una realidad. Detroit había vuelto a ser superior y en condiciones normales debía haber bastado. Pero enfrente estaban los reyes del milagro. A su lista de momentos mágicos recientes (remontada de 16 puntos en el último cuarto del séptimo partido ante Portland, canasta de Horry en el último segundo ante Sacramento para evitar el 1-3, o la cercana de Fisher, ante los Spurs, siempre anticipos de un nuevo anillo) hay que añadir otra. Porque como no podía ser de otra forma tratándose de Jackson, Bryant y los Lakers, la pelota voló de forma majestuosa para besar la red. Los Pistons, que lo veían y no se lo creían, no se recuperaron del mazazo y Bryant, cual tiburón que se excita al olor de la sangre, se tiró a la yugular de sus rivales en la prórroga, pasándoles por encima mientras todavía andaban preguntándose qué habían hecho para merecer aquello.
LAKERS 99 - PISTONS 91
Los Ángeles Lakers: O'Neal (29), Bryant (33), Malone (9), Payton (2), George (7); Fisher (7) Walton (7) y Rush (5).
Detroit Pistons: Prince (5), Rasheed Wallace (11), Ben Wallace (12), Hamilton (26), Billups (27); Campbell (2), Hunter (5), Okur (1) y Williamson (2).
Parciales: 18-16, 26-20, 24-30, 21-23 y 10-2.
La serie, al mejor de siete partidos, está empatada 1-1. El próximo partido, en Detroit en la madrugada del viernes.
Algo de culpa llevaban, ya que sus decisiones en la última jugada permitieron a Bryant tener la posibilidad de empatar el partido. ¿Por qué no le hicieron falta a O'Neal, un pésimo tirador de libres, cuando recibió el balón? ¿Por qué no hicieron falta a Kobe en cuanto cogió la pelota? Larry Brown dijo después del encuentro que había ordenado cometer la personal sobre Shaq. De ser cierto, sus jugadores no le obedecieron y pagaron de sobra su error.
El empate en la serie atenúa lo que pudo ser una noche trágica para los Lakers. Su partido fue nuevamente deficiente y las actuaciones de Malone -está otra vez lesionado- y sobre todo Payton resultaron tan decepcionantes que de haberse producido una nueva derrota habría traído mucha cola. Cómo lo estaría haciendo Payton, que fue sentado al final del tercer cuarto y ya no volvió a la cancha. Mentalmente fuera de juego, fue nuevamente superado de cabo a rabo por Billups, que esta vez se largó hasta los 27 puntos. Para más inri, el único momento en el que pareció que los Lakers podían romper el partido (56-45, mitad del tercer cuarto) fue protagonista negativo en la recuperación de los Pistons. En lo positivo surgió el hijo del mítico Bill Walton, un rookie con rasgos inteligentes y que resultó la única ayuda de relieve que encontraron Bryant y O'Neal. La serie viaja ahora a Detroit con la sensación de que la canasta de Bryant va a suponer el punto de inflexión emocional de una final en la que a los Lakers les ha costado entrar dos partidos menos dos segundos. Esta madrugada, más.
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