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Ciudadanía en red

El aumento del número de votantes y la reducción de la abstención en las elecciones del 14 de marzo han sido una gran noticia para la salud democrática de nuestra población. Desde las elecciones autonómicas, el interés de la población en general por la política ha ido creciendo y ya no era extraño que en los lugares más diversos, como bares, tiendas y peluquerías, se hablara de política como nunca se había hablado. Creo que existían dos ideas negativas que frenaban este interés y que habían sido estimuladas por algunos interesados en provocar el máximo de abstención. La primera ha sido "todos los políticos son iguales", y la segunda, en cierto modo su prolongación catastofrista: "votar no sirve de nada porque aunque cambien los políticos todo seguirá igual".

Dos falacias que se han introducido año tras año en la mente de la ciudadanía aprovechando la bonanza de la economía y la somnolencia que nos provoca la sociedad de consumo. Si todos son iguales y nada cambiará, ¿por qué votar? La abstención ha favorecido tradicionalmente a los partidos políticos más conservadores, mientras que la participación alta lo ha hecho con los más progresistas, por lo que no es extraño deducir a quién le ha interesado propagar las falacias. Además, los ciudadanos no veían grandes cambios en su vida después de formarse nuevos gobiernos porque muchas veces se escamoteaba la relación existente entre la reducción de los presupuestos sociales y el recorte del Estado de bienestar, las prestaciones sanitarias y la atención a domicilio de la gente mayor.

Dice Giorgio Agamben que nunca como ahora se había vivido una época "tan dispuesta a soportarlo todo y a la vez a encontrarlo todo tan intolerable"; de hecho, nos habíamos acostumbrado a soportarlo todo callando y con resignación. Pero poco a poco movimientos cívico-políticos han nacido y se han articulado en torno a una idea o a una proyecto de regeneración democrática de la vida pública, superando los corporativismos y declarando su intención de defender los derechos políticos y de colaborar para dotarnos de leyes de convivencia.

En Cataluña, Ciutadans pel Canvi, que nació con objetivos claramente políticos, como conseguir que Pasqual Maragall fuera presidente de la Generalitat y pudiera gobernar en coalición con todas las fuerzas progresistas, celebró su quinta convención con buena salud y con ganas de continuar construyendo una red de apoyo al Gobierno actual, vinculado al PSC, con el que se llegó a acuerdos para las elecciones autonómicas, pero con la mirada puesta en ampliar la red de ciudadanos que recuperan su dimensión política, su saber hacer y participar, su exigencia de derechos públicos, y que desean estrechar los lazos de amistad y colaboración con otras organizaciones ciudadanas nacionales e internacionales que tengan como objetivo la regeneración de la democracia, la defensa de los derechos humanos y la no exclusión de ninguna persona por razones de etnia, religión, sexo, opción sexual o emigración.

El nuevo compromiso cívico nos exige hacer nuestra la máxima de "nada de lo que es humano me es ajeno" y abrir la visión y la acción de Cataluña hacia el mundo, haciendo buena la idea maragalliana de Cataluña como "lugar de diálogo y no de oración, como ágora y no como templo, como punto de partida y no de llegada".

De hecho, una red incipiente de complicidades se ha empezado a construir y, con dificultades y pasando desapercibidos por los luctuoso sucesos de Madrid, se pudo firmar un primer manifiesto titulado Con ocho años basta junto con la organización cívica con base en Madrid No nos Resignamos y con la gallega Po la Esquerda. El principal objetivo fue luchar contra la abstención, sobre todo entre los jóvenes que se van incorporando progresivamente a la nueva ciudadanía democrática, pero también, a pesar de la distancia, demostrando su apoyo al nuevo Gobierno de la Generalitat catalana,vituperado y vilipendiado por el Gobierno del PP sin haberse formado aún.

Éste es un primer ejemplo de la nueva ciudadanía organizada en red y del nuevo compromiso cívico: defender los gobiernos democráticamente constituidos estén donde estén y defender los derechos humanos de los hombres y mujeres de las naciones que estén vulnerados o atacados, sean palestinos o israelíes, sean bosnios o serbios, sean rusos o chechenos. Muchas veces los pueblos sufren las consecuencias de las decisiones de sus gobernantes sin que hayan participado en sus políticas ni en sus decisiones.

¿Como se puede desarrollar este compromiso cívico? ¿ Qué quiere decir participar en política desde el punto de vista ciudadano? De hecho, el primer objetivo de todo ser humano y de los colectivos que los agrupan es defender sus derechos. Desde el fin de la esclavitud y aparte de las tendencias políticas a convertirnos en homo sacer, la plenitud humana sólo se puede conseguir reivindicando los derechos de ciudadanía y defendiéndolos con todas las fuerzas. Estos derechos, que abarcan muchos matices, se pueden resumir en dos: el derecho a ser informado de forma clara y veraz, y el derecho a participar en la vida pública, en las instituciones y en las decisiones que nos afectan. De hecho, durante el debate de investidura, Rodríguez Zapatero defendió de forma clara los derechos de ciudadanía y animó a participar en la vida política a todos los que deseen ejercer esta plena dimensión humana.

El desarrollo de estos derechos va a exigir el ejercicio público de las virtudes cívicas, con un alto grado de responsabilidad, prudencia, justicia y equidad. La participación política no se reduce a tomar el poder ni a participar en listas electorales, y las nuevas formas de participar y tener información van adquirir nuevos cauces, desde los electrónicos hasta los mediáticos. De hecho todos hacemos política incluso cuando no somos conscientes de ello. Y mientras hacemos camino al andar, también aprenderemos que no siempre van a ganar las opiniones de algunos grupos de ciudadanos por mucho que nos manifestemos por la calle y que deberemos empezar a comprender y hacer compatible el interés general y el particular, la defensa de la salud de la población y el desarrollo sostenible, el paisaje y la necesaria creación de empresas. Pero que en la medida en que la ciudadanía en red esté cada día mejor informada, si participa, opina, debate y vota, siempre gana la democracia. Éste es el nuevo reto que tenemos en la cita para las elecciones europeas del día 13.

Carme Valls Llobet es miembro de Ciutadans pel Canvi

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