Jaimito el Suave
Cundía el desánimo en el colegio, tras el descalabro del 14-M. La fuga de Aznarín, so pretexto de ir a predicar a Jorgetaun; las torpezas de Marianín el Ambiguo, amagando con meter en la cárcel a todos los revoltosos del patio de abajo en vísperas electorales; el triunfo de Zapatón el Bonito, de la mano morisca de Chavelón el Malo; el aplazamiento sine die de la Ley de (Presunta) Calidad de la Enseñanza, por la que al fin todos los españolitos hubieran vuelto al congelador de la doctrina cristiana; el batacazo que se había pegado el fiel Arenín bajando hacia el Sur las empinadas escaleras del poder, etcétera, habían hecho sonar las alarmas de la reserva espiritual de Occidente. "Esto hay que arreglarlo como sea", manifestó el cardenal Bronco Vayatela, que ejercía de Prefecto General de la Orden del Orden.
Por las oscuras galerías del entramado, fueron cursadas enérgicas consignas de actuación inmediata, y en todos los frentes. Así, la boda de don Felipe y doña Letizia, para empezar, resultó del más rancio nacional-catolicismo -además de sobrada de merengue-, bronca incluida del cardenal Bronco, y pese a que la catedral era de Exin-Castillo. El presidente del Tribunal Constitucional, un andaluz errático, salió por los cerros de Úbeda amenazando a todo aquel que se atreviera a criticar a la Iglesia, esgrimiendo para ello sus doce años en un colegio de los Hermanos Maristas -cosa que le noté enseguida-. Sin venir a cuento tampoco, un refuerzo venido de Roma, a modo de Cardenal No Sé Qué de la Familia, largó una furibunda inventiva contra el humilde condón y sus fatales consecuencias para la salud, así del alma como del cuerpo. Y, finalmente, un par de banqueros multimillonarios -perdón por la redundancia-, afirmó que había que "desmontar el estado del bienestar", seguramente para que los trabajadores, que habían votado en masa a la izquierda, volvieran a la cola del pan.
Algunos analistas de la pérfida conspiración ateo-radiofónica insinuaron que acaso, a lo mejor, todo eso tuviera algo que ver con la nueva cita electoral el día 13 de junio, San Antonio, qué fatalidad. Aunque, pensándolo bien, quizás la fecha fuera un aviso del cielo..., oh, sí. Una nueva pastoral mandó predicar ese día, en todos los púlpitos, la excelencias del santo de los pajaritos y de las solteras desahuciadas, a las que se conminó a pedir este año, no un novio como fuera, sino que todas la aves del cielo, incluidas gaviotas, trajeran en su pico un santo voto para el PP.
El problema era quién poner al frente de la nueva cruzada. De la panda de la clase de Aznarín sólo quedaba uno aprovechable, Jaimito el Suave, conocido por este sobrenombre según decía las mayores burradas sin perder su voz de terciopelo. Buen cristiano además, por tradición de familia. En su provecho tenía haber identificado varias veces la situación política de Andalucía con la del País Vasco, homologando el miedo al terrorismo con un supuesto miedo al socialismo. Y eso sin despeinarse. Y más: había asegurado que la Orden debía ganar el 13-J "para devolver la esperanza a los españoles honestos", o sea, que los 11 millones que habían votado a Zapatón el Bonito el 14-M eran todos unos deshonestos, y probablemente usaban condón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.