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Reportaje:

Jaque al rey del petróleo

Los ataques terroristas a Arabia Saudí han atizado la escalada del precio del crudo a máximos no conocidos en los últimos 14 años

Fernando Gualdoni

"La Saudi Aramco es el origen del sueño americano. Sin ella, Estados Unidos jamás hubiese llegado a ser la potencia económica y militar que es". La frase, clave para comprender la historia a partir de la segunda mitad del siglo XX, es del libanés Zuhayr Mikdashi, profesor de economía de la Universidad de Lausana y ex asesor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Mikdashi dijo esto hace cuatro años, durante la crisis petrolera de 2000, y con ella, según comentó entonces en una entrevista, intentaba resumir la verdadera importancia de la petrolera estatal saudí para el mundo desarrollado y su significado como la fuente de mayor riqueza para el mundo árabe. En Oriente Próximo ninguna empresa es comparable a la Saudi Aramco (originalmente llamada The Arabian American Oil Company), ningún país de la zona es capaz de pasar de producir ocho millones de barriles diarios de petróleo a 10 millones en apenas unos meses ni tiene la certeza de poseer el 25% de todas las reservas del planeta. Quien quiera hacer daño al mundo desarrollado, y en especial a EEUU, sólo tiene que poner en jaque al rey del petróleo: Arabia Saudí.

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Los ataques terroristas contra el sector petrolero saudí del 1 y del 30 de mayo pasado han disparado lo que el mercado conoce como "prima del terror", que según distintos expertos consultados en los pasillos del Hotel Fenicia Intercontinental de Beirut, añade entre ocho y 10 dólares a la cotización diaria del crudo en los mercados de Londres y Nueva York, actualmente por encima de los 36 y 39 dólares, respectivamente. Ambas cotizaciones estuvieron la semana pasada en máximos de casi 14 años. Los ataques contra trabajadores extranjeros y en los centros de Yanbu, en la costa del mar Rojo, y en Jobar, en aguas del golfo Pérsico, fueron seleccionados por los terroristas por su importancia estratégica.

La terminal de Yanbu es el principal puerto petrolífero sobre el mar Rojo y desde este complejo parte el oleoducto que cruza el reino saudí de este a oeste, hasta desembocar en las terminales de Al Jaima y Ras (cabo) Tanura, el mayor puerto petrolero del mundo, desde donde salen entre cuatro y cinco millones de barriles diarios. Junto a Ras Tanura, en Joba, fue donde el terrorismo dio su segundo y más sonado golpe.

Irremplazable

Arabia Saudí es irremplazable como primer proveedor de crudo del mundo a corto y medio plazo. Los otros grandes productores de la OPEP, sus vecinos de Irán, Irak, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, a los que se añaden Venezuela y Nigeria, pueden llegar a tener entre todos la mitad de las reservas que tienen los saudíes, unos 260.000 millones de barriles. Ni siquiera con la suma de grandes productores ajenos al cartel como Rusia, Noruega y México se puede batir el potencial saudí, mientras que las grandes apuestas por el crudo del mar Caspio o en Alaska son, de momento, sólo una expresión de deseo sin una producción suficiente como para dejar de pensar en Arabia Saudí por, al menos, 10 años.

Las reservas probadas de crudo del mundo alcanzan en este momento los 1,1 billones de barriles, de los que unos 845.000 millones, el 78,7%, están en manos de la OPEP. Si ese casi 79% se divide entre los 11 miembros de la organización, los saudíes poseen casi un tercio. Muy por detrás viene Irak con unas reservas probadas de unos 112.000 millones de barriles y, teniendo en cuenta cómo está la situación política en Irak, la recuperación del sector petrolero iraquí bien puede tardar unos 10 años o más, por lo que Arabia Saudí no tiene ni tendrá un serio rival por bastante tiempo. El Reino saudí tiene además otra ventaja, su capacidad para abrir o cerrar la espita según lo que el mercado requiera en cada momento. En abril pasado produjo 8,3 millones de crudo diarios y para finales de junio ya puede superar los nueve millones. Dos de esos millones se destinan a alimentar la economía de Estados Unidos, que necesita para funcionar 20 millones de barriles cada 24 horas, de los que 11 millones son de importación.

Al Qaeda sabe dónde golpear. Tras los atentados del pasado 1 de mayo, tanto Arabia Saudí como la vecina Kuwait reforzaron la seguridad de sus instalaciones petroleras, sobre todo los puertos, advertida por informes de los servicios de inteligencia estadounidenses. Por su parte, el presidente de Saudi Aramco, Abdallah Jumah, durante una reciente visita a Londres explicó que "las instalaciones de la empresa estaban protegidas por sistemas de seguridad de última tecnología, barreras físicas y unos 30.000 guardias, además de todo el trabajo de inteligencia que se realizaba para tener bajo control a todos los trabajadores", según un asistente a la conferencia que Jumah ofreció en el Real Instituto de Asuntos Internacionales británico. El Gobierno saudí ha afirmado que desde el ataque al complejo residencial de Al-Hamra el 11 de mayo de 2003, han añadido 750 millones de dólares a los 5.500 millones que se gastan anualmente en seguridad.

Defensas vulnerables

Los analistas, sin embargo, creen que aún las mejores defensas pueden ser vulnerables a unos terroristas dispuestos a todo. Cada día entran y salen muchas personas y vehículos de las distintas instalaciones de la Saudi Aramco en todo el país. Y si no es un ataque contra instalaciones petrolíferas, el objetivo puede ser una residencia de extranjeros. Estos trabajadores son clave para el sector energético saudí, mucho mejor capacitados que la mayoría de los nacionales, que en su mayoría opta por asignaturas religiosas en la universidad. Un alto ejecutivo de una petrolera con oficinas en Riad comentaba en Beirut que en su empresa se recibían mensualmente entre 5.000 y 6.000 currículum universitarios que buscaban un primer empleo en el sector mejor valorado del país, pero que sólo una mínima parte estaban cualificados.

Fuentes diplomáticas y empresariales calculan que el paro alcanza en torno al 30% de la población activa del país y que dentro de los saudíes (18 de los 24 millones de habitantes del país) sólo el 11% tiene un empleo cualificado. La situación es dramática, y más teniendo en cuenta que en torno a la mitad de la población de Arabia tiene de media 16 años, es decir, que en unos años reclamarán trabajo.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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