"¡Som, som, som, de Primera Divisió!"

Unos 2.000 aficionados desafiaron anoche al cansancio y a lo poco común del horario, poco antes de las 12 de la noche, y recibieron como héroes a los jugadores y cuerpo técnico del Levante en el aeropuerto de Manises. El recinto no ha parado últimamente como lugar de celebraciones futbolísticas. Si en mayo el Valencia fue recibido por miles de sus seguidores en dos ocasiones, tras ganar la Liga primero y la Copa de la UEFA después, ayer el protagonismo era para el Levante, que consiguió en Jerez el sábado el ascenso a Primera División después de 39 años.

Varios cánticos predominaron en los festejos, y van camino de convertirse en un lugar común. El primero, claro, para conmemorar el regreso a la élite. "¡Som, som, som, de Primera Divisió!", gritaba anoche la hinchada mientras saltaba y ondeaba banderas y bufandas. El segundo no podía faltar. Era el recuerdo al eterno rival del conjunto granota, el Valencia, su vecino rico. Y, más que nada, a sus seguidores. "¡Es un xoto el que no bote, eh, eh!", exclamaban muchos en alusión a los valencianistas, al ritmo, cómo no, de pequeños saltos. Aunque alguno con el corazón dividido saltaba sólo con una pierna. La ciudad recuperará la próxima temporada los derbis 40 años después, y todo el mundo espera con ansiedad esos partidos.

Tras el baño de multitudes, al que se sumaron las jugadoras del Levante femenino, que ayer tarde ganaron la Copa de la Reina, el equipo, con su entrenador, Manuel Preciado -"Preciado, quédate", le pidieron- se dirigió en autobús a la fuente de Cuatro Estaciones, frente a los Viveros, donde se prolongó la fiesta en comunión con la hinchada. Las celebraciones de anoche fueron una continuación de las vividas el sábado, cuando se consumó el ascenso, tanto en Jerez como en Valencia. El Paseo de la Alameda fue el punto neurálgico de reunión de los seguidores granotas, que dispararon la habitual traca y continuaron la fiesta hasta la madrugada. El gran clímax de los festejos se vivirá hoy. El equipo saldrá desde el estadio Ciutat de València a las 19.30 en un autobús descapotable que le conducirá por las calles de la ciudad -Primado Reig, Botánico Cavanilles, General Tovar y calle de la Paz- hasta su primera parada, la Basílica de los Desamparados, para la tradicional ofrenda. De ahí, a la Generalitat, para terminar en el Ayuntamiento. En ese momento los casales falleros dispararán tracas regaladas por el club azulgrana, y el tradicional castillo de fuegos artificiales cerrará unas celebraciones históricas.