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Reportaje:

diputado.com

Dos de cada tres parlamentarios publican su dirección electrónica y muchos de ellos contestan personalmente a los ciudadanos

Francisco Peregil

Resulta cada vez más fácil contactar con un diputado, plantearle problemas, hacerle sugerencias, aportarle datos. Los representantes del pueblo disponen de un ordenador portátil sufragado con el erario público y conexión a Internet. Dos de cada tres parlamentarios ofrecen su dirección electrónica abierta para todo el mundo. Y al menos uno de cada siete consulta el correo a diario.

No hay que pasar por el filtro de sus secretarias. Sólo se precisa teclear www.congreso.es y pinchar en la sección de diputados. Ya hay cientos de ciudadanos que lo hacen. Es la forma más directa, rápida y, tal vez, barata de dirigirse a sus señorías. De los 350 diputados, 221 ofrecen la posibilidad de dirigirse a ellos por e-mail, y 129, no.

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"Ésta va a ser la forma más directa de tener un contacto con la ciudadanía y con tu circunscripción. Va a permitir a los ciudadanos tener una participación mucho más activa", señala José Ignacio Echániz, el parlamentario del PP encargado de nuevas tecnologías.

Aunque el PP es el grupo que menos se ha abierto a este cauce de comunicación, hay populares como Eugenio Nasarre que reciben hasta 20 correos diarios. Nasarre los contesta personalmente. "Los ciudadanos agradecen mucho las contestaciones", señala Ángel Pintado, uno de los diputados populares que más usan el correo electrónico.

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Entre los que no facilitan su dirección se encuentran los ex ministros Javier Arenas, Pilar del Castillo, Ángel Acebes, Ana Pastor, Ana Palacio y José María Michavila. "Muchos de los que no publican su dirección lo hacen porque aún no utilizan este medio", señala el diputado socialista Rafael Estrella.

Estrella es el parlamentario pionero en cuestiones informáticas dentro del Congreso. Confeccionó su página web particular hace ocho años, un año antes de que el Parlamento creara la suya. Sólo dos diputados aparecen con página personal: Estrella y Joan Herrera, del Grupo de Izquierda Unida.

"El problema es que no hay tiempo material para atender tu página", lamenta Estrella. "O tienes una secretaria personal, que no la tiene nadie salvo los presidentes de comisión, o te lleva mucho tiempo estar pendiente de los correos y de mantener al día tu página".

EL PAÍS envió en la tarde del pasado, durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso, un mensaje a todos los parlamentarios cuyas direcciones electrónicas son públicas. En el mensaje se preguntaba si reciben muchas consultas de los ciudadanos y de qué tipo. Esa misma tarde contestaron 15 diputados. Y a lo largo de dos días se sumaron 35 más. Por tanto, al menos uno de cada siete parlamentarios consulta a diario su correo.

Ni el presidente ni la vicepresidenta ni ningún ministro respondió al mensaje de este periódico. Sólo la secretaria del ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, contestó por él la misma tarde en que se envió el mensaje. Y al día siguiente, un colaborador suyo: "Al ministro le escriben desde gente que tiene un familiar preso en el extranjero y se interesa por un indulto hasta otros que se ofrecen a dar documentación contra algún diputado con el que López Aguilar haya mantenido alguna polémica. Cuando era diputado contestaba el 90% de los mensajes. Ahora, sólo puede contestar algunos".

El secretario de Organización del PSOE, José Blanco, recibe unos veinte mensajes a la semana. "Procuro responderlos todos y creo que hay que potenciar aún más esta forma de comunicación directa", afirma.

El diputado socialista por Almería Francisco Contreras es el único que ofrece en la página www.congreso.es el número de teléfono de su casa. "Es que yo, además de correo electrónico, tengo página propia. Y en la anterior legislatura me sirvió de mucho. Me llama mucha gente que aporta cosas".

"En este momento", precisa Contreras, "me está llegando a mi correo el punto de vista que tienen sobre la vivienda en alquiler colectivos de Cataluña y Aragón... También me ha llegado la reivindicación de un grupo de niños que no puede tomar pan y tienen que comer otros alimentos mucho más caros. Los padres reclaman ayuda económica para esos alimentos".

Jaime Ignacio del Burgo, diputado del PP, de 62 años, contestó la misma tarde en que se le remitió el mensaje: "Hay múltiples correos idénticos cuando alguien decide iniciar una campaña de opinión. Durante la guerra de Irak, esto fue muy acusado. Había quien te expresaba con respeto y argumentos su disconformidad, pero en otros muchos casos sólo había insultos reiterados. El otro problema es la remisión de mensajes basura, que te obliga todos los días a limpiar la entrada de nuevos correos. Algo tendríamos que hacer entre todos para acabar con este cáncer de la sociedad de la información".

El diputado socialista Manuel Mas i Estela, de 56 años, cree que centralizar los mensajes basura "establecería filtros y coartaría la libertad que tiene la Red".

Existen varias plataformas ciudadanas en Internet, cada una con un cariz ideológico determinado, con apartados como éste que dice: "Contacta con tus diputados". Y añade: "Muchos de los diputados y senadores responderán tus mensajes y atenderán tus peticiones y consultas. De hecho, los políticos españoles no están acostumbrados a que los ciudadanos nos dirijamos a ellos con nuestras preocupaciones y propuestas".

El buzón de la ex ministra de Sanidad Celia Villalobos se llena con mensajes de campañas antiabortistas. Al de su compañero del PP José Azpiroz llegaron el año pasado más de mil correos durante el debate sobre la modificación de la ley de reproducción asistida.

El buzón del portavoz del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, se llena con campañas contra la investigación de embriones o con una que pide investigar la profanación de la tumba del geo muerto en Leganés. Al del socialista Jordi Pedret llegan mensajes de una campaña para salvar el programa "Trébede" de música española en Radio 3. A su compañero Juan Antonio Barrio le han remitido felicitaciones por declarar el Congreso como zona libre de humos.

La socialista Rosario Velasco ha recibido 65 mensajes desde que es diputada. Varios de ellos eran de jóvenes científicos que han sido excluidos en becas de investigación en España por no tener perfil de investigadores y que con posterioridad han sido aceptados en prestigiosas universidades extranjeras. Joan Puigcercós, de Esquerra Republicana, tiene el buzón "colapsado" de denuncias por la "discriminación del catalán".

Y todos ellos reciben insultos, muchos insultos. Pero a pesar de ellos, de los mensajes basura y de los excesivamente particulares como los que se quejan del concesionario que les vendió el coche o los exóticos, como el que ha recibido la diputada socialista por Navarra, Carol Castillejo, de un paisano suyo residente en Venezuela que asegura haber diseñado un modelo de bomba para armamento aéreo y le pide a ella que le ayude a presentar el proyecto... A pesar de todo eso, los parlamentarios creen que hay que potenciar y promover este medio.

"Cuando pisé en 1977 por primera vez el Congreso", indica el diputado Del Burgo, del PP, "teníamos que hacer cola en las cabinas de teléfonos, pedir el número a la operadora y luego pagar la comunicación de nuestro bolsillo". Era impensable una comunicación tan directa con los votantes.

Dentro de poco, sin embargo, los diputados podrán consultar Internet durante las comparecencias parlamentarias. El propio presidente del Congreso, Manuel Marín, indicó por correo electrónico que en unas semanas se abrirá el concurso público para instalar un sistema de ordenadores portátiles dentro del hemiciclo. Será factible leer los mensajes del ciudadano desde el mismo escaño antes o después de votar.

El diputado Rafael Estrella, con su ordenador, en la puerta del Congreso.
El diputado Rafael Estrella, con su ordenador, en la puerta del Congreso.L. MAGÁN

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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