Confort y seguridad
Aunque el 407 tiene una estética más agresiva y deportiva que el 406, tanto el diseño interior como el comportamiento dinámico están más cerca de las berlinas clásicas y buscan la comodidad. Se aprecia ya en la posición de conducción, con unos asientos delanteros de tamaño generoso, y también en las suspensiones, que priman el confort más que otros Peugeot.
Nuevo motor 2.0 16v. turbodiésel
El 407 estrena un motor 2.0 turbodiésel con los últimos avances: raíl común, turbo variable, culata de 16v. e inyectores electromagnéticos. Tiene 136 CV, igual que el 2.2 anterior, pero con 200cc menos y unos consumos también inferiores. Y con la ayuda de un cambio manual de seis marchas mueve correctamente la tonelada y media de peso y viaja a buen ritmo.
Las mejores virtudes de este motor se aprecian en carreteras amplias: no pierde impulso en las subidas, mantiene bien las velocidades de crucero y llanea con gran soltura en absoluto silencio y sin la menor vibración. En cambio resulta algo perezoso en las marchas largas -cuarta, quinta y sexta-, porque el motor es muy lineal a partir de 2.000 vueltas, empuja siempre igual y tarda en recuperarse. Y se aprecia en ciudad y sobre todo cuando se necesita acelerar con rapidez; por ejemplo, al adelantar. Por una parte le falta elasticidad y es un poco perezoso por debajo de 2.000 vueltas, pero también tarda en responder al acelerador, como si el turbo no entrara en ación al instante. En contrapartida ofrece un tacto tan suave y refinado que cuesta distinguir si es un diésel. Además, los consumos son comedidos: unos siete litros en conducción tranquila, nueve en ciudad y 10 en los atascos o cuando se le exprime al máximo.
Buen comportamiento dinámico
El buen aislamiento de la mecánica y unas suspensiones muy suaves hacen sentirse en un coche de categoría superior cuando se viaja. Aparte de la sensación de amplitud que aporta la posición avanzada del parabrisas, el 407 transmite un aplomo y solidez muy agradables. Tiene un buen equilibrio entre confort y eficacia, aunque prima lo primero más de lo habitual hasta ahora en Peugeot.
En carretera circula como si llevara una cámara de aire debajo, porque absorbe las ondulaciones sin que se noten. Y aunque no se muestra especialmente ágil en las zonas viradas, tampoco acusa mucho el tamaño y balancea lo justo, obedeciendo con precisión a lo que se indica en el volante. Sólo se muestra algo más seco de lo deseable en asfaltos muy rotos, y se echan en falta también unos mandos más suaves, porque tanto el pedal de embrague como el volante, con una dirección poco asistida, exigen más esfuerzo del deseable.
Por lo demás, los frenos son potentes e incluye de serie unas ayudas electrónicas a la conducción de última generación que evitan casi todas las sorpresas. Un coche muy cómodo y bien dotado para viajar y llegar descansado.
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