Denuncia sin equívocos
Pramoedya Ananta Toer (Java, Indonesia, 1925) representa la encarnación de los valores cívicos y democráticos en su país. Ello quiere decir, lisa y llanamente, que su vida ha sido una odisea y que, por consiguiente, su narrativa ha tenido que luchar empecinadamente para sobrevivir. Vida y obra son en Toer inseparables: sus ideas nacionalistas e izquierdistas chocaron con la ocupación japonesa, con el poder colonialista holandés y posteriormente con las dictaduras derechistas. Por ceñirnos a su literatura, conviene resaltar que es narrador sereno, de estructuras sólidas, generoso para entregar al lector unas peripecias muy bien tramadas, un diálogo pertinente y una constante capacidad para demostrar que el compromiso político y social no tiene por qué repudiar la calidad: si esa confusión reina en un sinfín de escritores, es sencillamente porque se trata de autores que, con mejor o peor intención, pretenden dar algún gato por liebre. No en vano, Toer se consagró con El fugitivo en 1950, escrita en la cárcel. Tierra humana se sitúa a principios del siglo XX, y pinta pormenorizadamente la atmósfera del colonialismo holandés en Java. Es la primera novela de la tetralogía Cuarteto de Burú, un auténtico fresco histórico de la Indonesia contemporánea. Tierra humana describe el proceso de concienciación de un noble, que va captando lo que hay por debajo de la realidad oficial.
TIERRA HUMANA
Pramoedya Ananta Toer
Traducción de Gloria Méndez
Destinolibro. Barcelona, 2004
352 páginas. 19 euros
No hay concesión al "orientalismo" en la obra de Toer. El lector occidental, por tanto, queda confrontado a lo que tantas veces se le sigue ocultando, ya en el siglo XXI, a la hora de informarle sobre los ciudadanos de los países explotados: la gente es igual que aquí; pero no es lo mismo mandar que tragar.
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