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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La inocencia de la mirada

Aunque últimamente parezca que es más pródiga en cuanto a la exhibición pública de su obra, el buen aficionado sabe que ninguna exposición personal de Carmen Laffón, de suyo tan comedida en estos menesteres, deja de ser, por un motivo o por otro, un acontecimiento. Tal es el caso de la presente muestra, donde a través de diversas esculturas y dibujos, recrea el ambiente íntimo de su estudio de la calle de la Bolsa en Sanlúcar de Barrameda, desde cuya terraza ha pintado muchas de sus maravillosas vistas de esta hermosa localidad gaditana. En este sentido, con la recreación de la estancia interior, donde se ha fraguado artísticamente su mirada del afuera, ya nos encontramos con uno de esos mágicos cruces que articulan, sin verse, el quehacer creativo, que es una labor llena de pausas, por donde se escapan los tiempos muertos de la imaginación, de la meditación, pero también de las sensaciones inaprensibles, de los suspiros.

CARMEN LAFFÓN

'El estudio de la Calle Bolsa'

Galería Leandro Navarro

Amor de Dios, 1. Madrid

Hasta el 30 de junio

La historia del arte está repleta de muy variadas efemérides de estas vueltas y revueltas del artista sobre sí mismo, la mayor parte de las veces buscando el asidero material de la representación del propio estudio o taller. La forma como ahora Laffón nos muestra su peculiar ejercicio de introspección es con la reproducción escultórica del mobiliario y los objetos, que no sólo están, sino "habitan" su entrañable estudio de la Bolsa. Es difícil definir estos enseres, no sólo por su cualidad de cosas con, a la vez, una emocionante vida propia y la de la visión-vivencia que la artista ha ido depositanto en ellas, sino, sobre todo, por la manera, tan despojada, con que ahora se nos presenta su recreación plástica. Quiero decir que nos trasmiten un cúmulo de sensaciones poéticas muy variadas, como la del acento físico de su materia, su sutil irradiación, su palpitante simbolismo, pero también la naturaleza desnuda y anónima de lo serial. En esta frágil línea fronteriza donde lo más trivial y humilde cobra un inesperado aliento poético, se ha movido siempre Carmen Laffón, con lo que, cualquiera de los cachivaches que ahora replica, acaban cobrando una fuerza muy especial, que no acaba en ellos, sino que evoca el lugar original, ese rincón íntimo donde el estar es una forma de ser, algo que, de esta manera, clamorosamente nos concierne. Que este conjunto se acompañe de dibujos, que asimismo reproducen su temblorosa imagen, redondea, aún más, lo entrañable de la intimidad artística, y, por tanto, lo más inaccesible: la pureza; no, mejor, la inocencia de la mirada. ¿Cabe algo más esencial?

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