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Columna
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Debates

El PP del País Valenciano, desde que nos gobierna, ha tenido poco o ningún interés en promover la reflexión y el debate político en los medios informativos de titularidad pública y especialmente en RTVV, que nos atañe más de cerca. Quizá pensaran sus dirigentes, los del partido decimos, que alentar el contraste de opiniones y la eventual crítica se avenía mal con una gestión plácida y hegemónica, como ha venido siendo la suya. Por otra parte, según sus propios criterios, tampoco podía ser una buena idea darle argumentos y oportunidades a la oposición, abstraída como estaba en sus líos domésticos y larga somnolencia. Así han transcurrido nueve años, sin que con ello sugiramos que los precedentes, bajo signo socialista, fuesen de mucha mayor calidad, tanto periodística como políticamente.

Ahora, estos días, a propósito de las elecciones europeas, todos los candidatos, y singularmente los de los partidos mayoritarios, se muestran de lo más proclives a la confrontación, sobre todo audiovisual. No declinan ninguna invitación al lance dialéctico. El PP se aferra a todas las oportunidades con tal de recuperar una clientela que se le está escurriendo de entre los dedos y ante la que ha de revalorizarse como partido transitoriamente a la baja. El PSPV, que se sabe ungido para la victoria, quiere remacharla en estos comicios para demostrar puerilmente que el terrorismo islamista no contribuyó al triunfo de las legislativas y, en el plano autonómico, postularse para inquilino de la Generalitat.

Son, pues, jornadas y episodios electoralistas que no pueden prolongarse por su saturación a lo largo y ancho de las legislaturas. Pero entre este empacho y el ayuno a que se nos somete habría de haber en el área mediática del Gobierno unos espacios para los debates sobre asuntos que nos conciernen vitalmente. Como Europa, por ejemplo, sin tener que esperar a que se convoquen elecciones. Europa, decimos, como pudiera ser la evolución de los gastos sociales, el presente y futuro de los parques temáticos, nuestras perspectivas turísticas, la crisis industrial y etcétera. ¿Por qué no se pueden abordar estos y otros asuntos similares en los platós y micrófonos públicos valencianos, donde hoy están vetados en beneficio de la trivialidad globalizadora?

La respuesta no hay que buscarla muy lejos. Se nos hurtan estas disputas e informes porque el estamento gobernante, el de los grandes partidos, está todavía infestado de tardo-franquismo y memez, con una colaboración eficiente de no pocos conversos y periodistas que dejaron sus credenciales profesionales en la cucaña. Los socialistas, según el argumentario de campaña que se han aprendido tanto en éstas como en las pasadas elecciones, denuncian el abuso que el PP hace de la radio y la TV públicas. Verdad es. Pero ha llegado su hora y pronto les sonará aquí en la Comunidad. Por lo pronto, a la vista de los relevos hechos en RTVE en Valencia, no hay motivos para disparar tracas. Han sido repuestos quienes ya demostraron su docilidad. Se les propicia una segunda oportunidad, que siendo de televisión española nos la trae al fresco. Lo decisivo será cómo se desbloquea Canal Nou y se le otorga el estatuto de autonomía que se contempla en su ley fundacional. Debates, críticas y cero discriminación. Quizá sea materia para la tercera transición que alborea.

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