El gordo de las bofetadas falsas
Bud Spencer, pareja artística de Terence Hill en los setenta, recibe en Peñíscola el Premio Costa de Azahar
Se hizo famoso, en la década de los setenta, como pareja artística de Terence Hill, a partir de Le llamaban Trinidad, una película con la que él asegura: "Inventamos en western cómico que luego los americanos copiaron". Pero Bud Spencer (Roma, 1929) nunca quiso ser actor. "Yo estoy casado desde hace 45 años con la hija del productor Giuseppe Amato y, aun así, jamás tuve ningún deseo de ser actor de cine", dice, pero un físico privilegiado, con el que participó en dos Juegos Olímpicos como integrante del equipo italiano de waterpolo, tuvo la culpa de que una persona relacionada con el cine le llamara, cuando ya estaba retirado del deporte, para proponerle hacer una película. "Yo le pedí dos millones de liras por hacerla", explica, "porque era la cantidad que tenía que pagar en dos letras que me vencían en los meses que iba a rodarla".
"Como me gustaba mucho la cerveza y Spencer Tracy, elegí Bud Spencer"
Así, a los 37 años, comenzó la carrera artística de un actor que, por no tener, no tenía ni nombre para figurar en los créditos. El de pila, Carlo Pedersoli, no sonaba demasiado comercial. "Como me gustaba mucho la cerveza y la forma de trabajar de Spencer Tracy, elegí el de Bud Spencer". Había nacido un mito del cine de serie B, un personaje que, al lado de otro italiano, Mario Girotti, más conocido como Terence Hill, divirtió a varias generaciones de devoradores de sesiones de repertorio con películas de mamporros y gags visuales. "Descubrimos que el cine mudo hacía reír a la gente sin hablar y ésa fue la clave para inventar un humor que sirviera para todo el mundo, no sólo para un país", afirma Spencer, que, pese a que los aficionados relacionan su carrera con la de Terence Hill, sólo rodó 16 películas con su compatriota de las 104 que comprende su trayectoria profesional. Películas como Le seguían llamando Trinidad o Y si no, nos enfadamos forjaron una pareja de leyenda. Su secreto, según el actor, fue: "Nuestras bofetadas eran falsas, eran ridículas. No había realmente violencia en esas películas, porque después de darle un mamporro a alguien, éste se levantaba como si no hubiera pasado nada". Casi como los personajes de un cómic. Para Spencer, la clave del éxito de aquella extraña pareja era: "A la gente no le gustaba que mi personaje fuera inteligente. El de Terence siempre era más inteligente que el mío y tenía licencia para hacer todo lo que le viniera en gana, porque siempre estaba yo para defenderlo".
Habla en español, aprendido en ocho años que vivió en Suramérica, y se expresa con soltura y sentido del humor. A sus 75 años, Bud Spencer no tiene la barriga que lo hizo famoso en el cine. "Ahora sólo peso 120 kilos y antes pesaba 150", dice con ironía, pero, sobre todo, se siente un hombre joven.
Bud Spencer llegó ayer a Peñíscola, donde hoy recibirá el Premio Costa de Azahar como homenaje a su carrera cinematográfica. Una carrera que, aunque está marcada por las películas que coprotagonizó con Terence Hill, es muy dilatada y lo ha llevado a rodar en los cinco continentes, 34 de ellas en España. Pero no le importa, pues mantiene tal amistad con su compinche que ambos proyectan convertirse el año que viene en Don Quijote y Sancho Panza para filmar una versión cómica de la obra de Cervantes.
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