Sevilla se gustó... y acertó
Como dije la noche electoral, hace ahora poco más de un año, creo que ese 25 de mayo Sevilla se gustó a sí misma votando. A algunos extrañó que fuera Sevilla la única capital de provincia que se decidiera por un alcalde socialista. Es más, en su fastidio (y en su soberbia), trataron a nuestra ciudad como si se tratara de una comunidad extravagante, que iba por derroteros distintos a los debían de ser, en su fantasía de España, Una... y lo que sigue.
Pues bien, el tiempo, ese justiciero implacable, que da y quita razones, ha demostrado que los sevillanos se adelantaron a lo que un año después ha sucedido: el apoyo masivo en Andalucía y mayoritario en España a las propuestas progresistas. Ahora, lo que parece raro es que ciudadanos de otras capitales andaluzas apostaran por gobiernos conservadores. Pero como abominamos de la taimada estrategia de deslegitimar la voluntad popular expresada en las urnas, no vamos a caer en decir de otras ciudades lo que tuvimos que oír de la nuestra en la resaca electoral de las municipales, o en la más fuerte resaca aún del 14-M. Todos los ciudadanos merecen el máximo respeto por el simple hecho de acercarse a una urna y depositar su voto. Y el resultado también merece el máximo respeto: pero respeto real, no de boquilla.
Los sevillanos y las sevillanas pensaron en aquella ocasión que sólo un gobierno progresista garantizaría en Sevilla el predominio fundamental del interés general sobre los intereses particulares, por legítimos que éstos sean. Cuando son legítimos, se trata de que a través del acuerdo, esos intereses particulares se inserten en la línea del interés general, actuando en muchos casos como motor de proyectos buenos para todos. En el otro caso no cabe sino firmeza, la firmeza que obtenemos de nuestras profundas convicciones políticas y del respaldo popular.
Así, el futuro de una Tablada verde, la antesala (como nos dicen los expertos) de los ecosistemas de Doñana a las puertas mismas de Sevilla, frente a una operación inadmisible desde el interés público como era el barrio de lujo apoyado por otro u otros partidos, fue decidido por Sevilla ese día. También decidió Sevilla que la Encarnación fuera un mercado, un espacio público y un enclave donde visitar las raíces misma de nuestra historia, y no un gran parking subterráneo bajo un centro comercial al uso. Ese día los sevillanos decidieron que quienes más garantías dábamos de realizar una verdadera política de vivienda a precios lógicos, éramos los progresistas. Que quienes más nos preocupábamos por los barrios, por todos los barrios, éramos nosotros. Ese día los sevillanos decidieron muchas cosas, entre otras que querían un gobierno municipal cohesionado y coherente, que desarrollara un programa común desde la lealtad entre todos sus componentes.
Si algo demuestra este año transcurrido es que los sevillanos y sevillanas acertaron, eligieron a un Alcalde y a un gobierno municipal obsesionado por hacer lo que se dice, por cumplir los compromisos que adquirimos con Sevilla y por responder a la esperanza y la confianza que tantos miles de ciudadanos nos otorgaron. Y noto, en mi contacto diario con la gente, que se valora ese esfuerzo y que se valoran sobre todo los resultados que se están viendo ya. Sevilla se gustó a si misma, y por eso acertó.
Alfredo Sánchez Monteseirín (PSOE) es alcalde de Sevilla
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