Vittore Branca, filólogo italiano
El 28 de mayo murió en Venecia uno de los más grandes maestros de la filología italiana, de renombre universal, Vittore Branca. Nacido en Savona el 9 de julio de 1913, estudió en la prestigiosa Scuola Normale Superiore de Pisa, y fue profesor de Literatura Italiana desde 1942 en Florencia, Roma, Catania y Padua.
En el ámbito internacional fue profesor invitado en las universidades de la Sorbona, Salamanca, Berkeley, Harvard, Nueva York, Columbia y Los Ángeles, y ha impartido además clases en más de cincuenta universidades de todo el mundo. Recibió el doctorado honoris causa de las universidades de Budapest en 1967, Nueva York y Bérgamo en 1973, la Sorbona de París en 1976 y McGill de Montreal en 1985.
Además de miembro de más de diez academias e instituciones culturales italianas y europeas, el profesor Branca era presidente de la Associazione Internazionale per gli Studi di Lingua e Letteratura Italiana, miembro del Consejo de la Fondation d'Europe, socio de la Academia Portuguesa de las Ciencias, fellow de la Royal British Academy, de la Unión de los Escritores Soviéticos y de la Real Academia de España.
Intelectual comprometido con su tiempo, fue miembro del Comitato Toscano de Liberazione Nazionale del periodo clandestino, partisano, combatiente y medalla de Honor del CTNL. Recibió numerosas condecoraciones como la medalla de oro de los Benemeriti della Cultura, caballero de la Gran Cruz del Ordine al Merito della Repubblica, officier de la Légion d'Honnoeur, commendatore dell'Ordine della Polonia Restituita, commendatore del SO de Malta y un largo etcétera.
Pero es su actividad crítica la que quiero destacar. Y dentro de ella, más que la docena de premios recibidos, su dedicación apasionadamente filológica, es decir, su entusiasmo por la filología como ciencia que lleva al conocimento del hombre, porque los libros, los textos, nos llevan directamente al alma de quien los concibió, ya que la encierran y la contienen.
El profesor Branca, desde que en 1937 fue llamado por la Accademia della Crusca para colaborar en la Edición Nacional de la obra completa de Boccaccio, puso en marcha en Italia todo un equipo, todo un amplio organismo colectivo de estudiosos que se han ido ocupando, con él a la cabeza, de la edición crítica de la obra completa de Boccaccio, que ha sido publicada en la Colección de Clásicos de Mondadori.
Entre otras revistas ha fundado y dirigido la más prestigiosa publicación periódica sobre la obra de Boccaccio, los Studi sul Boccaccio, de alcance internacional, que cuentan con más de treinta números aparecidos, con ensayos, reseñas y discusiones sobre la obra del escritor medieval.
No es este el momento de enumerar aquí la gran cantidad de ensayos y ediciones importantes que el profesor Branca publicó sobre autores de todas las épocas literarias. De las muchas dedicadas a Boccaccio, si tuviera que elegir, optaría por Giovanni Boccaccio. Profilo biografico (1977), de utilidad capital, y por una de las últimas, Boccaccio visualizzato. Narrare per parole e per immagini (1999), que era tal vez la más querida por él. Sí es obligado decir que su impulso en este camino crítico ha sido definitivo y esencial, con el aspecto añadido de su inmenso entusiasmo por avanzar, aclarar, investigar, fijar los textos, explicarlos y difundirlos.
Es apasionante la historia que él mismo contó en el periódico Il Sole 24 Ore, en el que colaboraba, de cómo un bibliotecario de la Biblioteca del Estado de Berlín le puso en sus manos nada menos que el autógrafo del Decamerón y se lo pudo llevar a Venecia, guardarlo durante meses en su propia casa, de forma clandestina, para fijar la edición crítica publicada en 1976. Olga, la esposa y colaboradora del filólogo, fue en este proceso el único cómplice de excepción.
Su objetivo, como él mismo escribió, era "llegar a la comprensión histórica y a la valoración crítica de la obra de arte a través de la rigurosa investigación filológica", o "llamar la atención sobre la importancia de los estudios sobre la génesis y la elaboración de las obras literarias", sin olvidar "la difusión y transmisión de los textos".
En su última estancia en Madrid en octubre de 2000, invitado por el Departamento de Filología Italiana de la Universidad Complutense a un congreso sobre Boccaccio, que él no podía dejar de presidir, manifestó su alegría por volver a la universidad donde había conocido a Dámaso Alonso, y habló con un vigor inusual a los alumnos de la importancia que tienen las letras en la salvación de la humanidad: "Il mondo può essere salvato dalle lettere", afirmó convencido Branca en aquella memorable ocasión.
Para los profesores que estábamos allí, además del mensaje esperanzador, estaba, sobre todo, su ejemplo, que desde cuestiones mínimas del texto, analizado puntualmente en sus más mínimos detalles, puede llevarnos a conocer la historia de una forma amplia y global. Estaba allí la enseñanza del maestro que nos encaminaba a buscar lecciones válidas, a despegarnos de lo concreto y puntual para acceder a lo esencial. Una enseñanza en donde el entusiamo y la vitalidad del profesor Branca destacaron de una forma irrepetible y poco usual.
Se ha ido trabajando. En 2002 publicó un nuevo libro sobre las variantes del Decamerón y seguía animando a los jóvenes investigadores, dando pautas con acierto y fervor.-
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