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DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Columna
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La fidelidad de los sirvientes

Todos los partidos políticos felices se parecen, pero los desdichados lo son cada uno a su manera, y así los peperos empiezan a descomponerse a esa velocidad de crucero que ni la Copa del América podrá amarrar

Aventar fantasmas

Es fatigoso repetir que Sartre decía que un judío es alguien a quien otros prefieren ver como judío. Habrá que añadir que para muchos un antisemita es alguien que ellos prefieren percibir como tal. Desde la parafernalia recurrente de un Gabriel Albiac, copiada del nihilismo francés a lo Brasillach (que viene a ser judío en la medida exacta en que cree combatirlos), hasta un tipo de mucha bronca que se erige por la cara en el Simón Wiessenthal de Altea cuando tanta distracción, judía o de cualquier otra condición exasperada, podría encontrar en la derruida Terra Mítica, a poco que así se lo propusiera su firme inteligencia racial. El problema es otro. Ariel Sharon ¿es más o menos asesino que los complacientes mariscales de Hitler? ¿Tenía razón el historiador George Rosen al sorprenderse de la, en general, escasa resistencia que las víctimas del Holocausto opusieron a sus verdugos?

La derecha, ella

La masacre perpetrada por la derecha española contra la paciente República fue tan atroz como miserables los años de la Dictadura. A nadie debe extrañar que la precipitada solución de la UCD viniera a durar lo que un lirio. La derecha verdadera empezó a organizarse en 1982, después de la primera victoria de los socialistas, y tomó el poder en 1996 mediante una campaña de alto riesgo institucional basada en la obscenidad de los flecos más impresentables de la gestión socialista. A partir de ahí, esa derecha que no encuentra la manera de alejarse de sus orígenes creía haber obtenido para siempre lo que siempre ha sido suyo. De ahí los malos modos ante la victoria socialista. No recurrirá al golpe de Estado, pero siembra la sospecha de que el adversario lo habría consumado. Ni el socialismo de Zapatero es tan de extrema urgencia como el de González, ni la España de ahora mismo es la de hace ocho años. Se acabó el humus donde prosperaban sujetos a lo Zaplana.

Una ovación de flores

Que no somos del todo europeos lo demuestra la afición de los ciudadanos a aprovechar las celebraciones para ejercer cierta propensión a la rapiña. Los currantes de la limpieza de las calles de Madrid, una vez consumada la boda real, estaban muy satisfechos a causa de que la cleptomanía de los recuerdos les había ahorrado por lo menos la mitad de la faena, y ello pese a que constituya uno más de los misterios de la conducta humana que alguien se moleste en llevar tijeras de bolsillo para recortar un pedacito de la alfombra roja que pisaron tan lindos y numerosos pies. Por lo demás, no hay duda de que Mista es un excelente delantero, lo que no basta para entender qué diablos hará con su resudada camiseta el camarero a tiempo parcial que se la llevó a su casa como trofeo principal de su propia temporada.

Eduardo Zamanillo

Ni se sabe la de años que lleva este tipo, y sus compañeros escénicos de casi toda la vida, divirtiendo a los niños de cualquier edad con sus actuaciones de payaso al frente de la compañía PTV Clowns. En Zamanillo parece natural hacer reír, cuando en realidad es una de las personas más serias de este mundo, además de resultar honesto hasta la extenuación y de una profesionalidad que exaspera al trepa de oficio. Parece desconfiado al pronto, cuando sólo es tímido y un tanto miope, lo que no excluye un ejercicio demoledor de la ironía, y fuera del escenario rumia nuevas historias a la manera del caracol que asoma la molla en cuanto luce el sol. El otro día actuaban en Viveros, y al terminar subí a saludarle en compañía de algunos críos, tan asombrados de verlo de cerca como Letizia de haberse ligado al Príncipe. O a la inversa.

Como una ola

Hay un montón de sociólogos de repostería, o de reposteros aficionados a la sociología dominical, entregados a vincular la pujanza de una comunidad con los éxitos de los equipos de fútbol que, al parecer, los representan, y para quienes el resultado del campeonato de liga es tan fiable en términos globales como el cierre de la Bolsa en fin de temporada. Cataluña habría estado al borde la ruina hasta que en Navidad remontó el vuelo gracias a la recuperación del Barça y a la salvación in extremis del Español, por lo que Pasqual Maragall tiene asegurada su continuidad como entrenador. La Comunidad de Madrid está al borde mismo de su desaparición, a juzgar por los resultados de su equipo de marca, al que le falló en el tramo decisivo el apoyo de José María Aznar, así que Gallardón puede ir haciendo las maletas antes de vérselas con la reciedumbre un tanto rústica de Antonio Camacho. ¿Y nuestro Valencia? Clama al cielo que Paco Camps no exija de inmediato el empleo de Rodríguez Zapatero. O el de Zaplana, al menos.

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