El mestizaje como puente de convivencia
Shafa-Amer es una ciudad de Israel donde conviven todas las religiones sin enfrentamientos
Ossir Yassin es regidor de Shafa-Amer (Israel) desde hace 16 años y desde hace seis es el alcalde de la localidad. En esta ciudad situada en la Baja Galilea conviven 35.000 ciudadanos de todas las religiones: el 14% son brusos, el 30% católicos y el 56% practican el islam. Al lado, hay un campamento de beduinos y a un kilómetro escaso, una colonia de ciudadanos de confesión judía. Nunca ha habido un solo muerto. Yassin, que hasta ayer estuvo en el Fórum con motivo de los campamentos por la paz, cree que este ejemplo de mestizaje religioso y cultural es un "buen ejemplo para la paz".
Elegido como presidente de su consistorio por el 90% de los votantes, está convencido de que la iniciativa Singing for peace, un coro formado por niñas árabes de su ciudad y de muchachas hebreas que proceden de Emek-Efer, muestra la senda por la que siempre ha apostado la población. El secreto es, según Yassin, entender que la religión forma parte de lo íntimo y que no tiene por qué dificultar la convivencia. "La confesión que sigue cada uno termina en la iglesia, la mezquita o la sinagoga. Es individual y particular. En cambio, la convivencia es siempre colectiva", explicó el alcalde.
"La religión se queda en la mezquita y en la sinagoga, pero la convivencia es colectiva"
En la conversación que Yassin mantuvo ayer con EL PAÍS, recordó con frecuencia: "Somos israelíes. Árabes, pero israelíes", puntualizó. Ello les sitúa en una posición incómoda en el conflicto entre el Gobierno de Ariel Sharon y el de Yassir Arafat, así como ante los ojos de muchos países árabes. "Aceptamos las normas de Israel, pero nos gustaría que hubiera dos estados que supieran ser vecinos y un mundo árabe en paz", apostilló.
Es lo único que quiso comentar sobre el conflicto que desde hace décadas azota la región donde vive. "Yo presido un gobierno local y no creo que deba pronunciarme aquí sobre política estatal", afirmó.
Reconoce Yassin que la economía de su localidad no goza de buena salud. El 17% de su población está desempleada y aún carece de las suficientes instalaciones sanitarias. "Precisamente me voy antes de lo que querría de Barcelona porque el martes nos visita el ministro de Sanidad de Israel para presentar nuevos hospitales para la región", señaló. Pero sus ciudadanos viven en paz: los israelíes compran en el centro de la ciudad sin miedo a los atentados y los vecinos se relacionan y reúnen con independencia de su confesión.
Y lo que para los regidores de la ciudad es más importante: los niños pueden ir a la escuela. Hay 10 centros de primaria y tres institutos de secundaria. Además, muchos jóvenes se forman en universidades de Israel, Europa y Estados Unidos. No obstante, la mayoría de la población ocupada regenta o está empleada en pequeños negocios.
En este ambiente de confianza mutua entre todas las comunidades de la zona, no es de extrañar que no costase convencer a estudiantes de la ciudad para participar en el proyecto de Singing for peace. Fue una apuesta del director del coro Sawa de la ciudad, Rahib Hadad, y la profesora de canto de Emek-Efer Eva de Mayo, quien un día a la semana recorría los 60 kilómetros que separaban ambas ciudades en tren primero y luego en coche con el padre de una alumna de canto.
El esfuerzo que hizo De Mayo valió la pena. Ella lo expresó así de contundente en la fiesta de bienvenida de los campamentos: "Perdí el miedo que tenía a los árabes". Una frase que emocionó a Yassin porque rompe los tópicos que unos tienen sobre los otros. "Estoy muy orgulloso del ejemplo que están dando los chavales de las dos comunidades. Sólo a través de la convivencia y el conocimiento mutuo podemos acercarnos", concluyó Yassin, quien asegura que el pueblo se ha tomado la iniciativa "con mucha ilusión" al plasmar su carácter respetuoso.
Es pronto aún para pensar en nuevos proyectos como el de Singing for peace. Lo primero que se requiere, afirman los impulsores del coro, es su consolidación, que se pretende lograr incorporando a niñas que vivan en Gaza. Es algo que hasta hoy ha sido imposible, pero que puede ver la luz tras el campamento del Fórum que acogerá a chavales de esta región palestina."Existen dificultades técnicas para tener más proyectos como éste, pero esperamos que se resuelvan", terció el alcalde. La lógica es que si se intensifican las relaciones, se produzca un efecto dominó en toda la región.
Que Yassin no quiera pronunciarse sobre cuestiones estatales no significa que ignore el potencial que posee la comunidad árabe que reside en Israel. "Podemos y queremos ser el puente entre hebreos y palestinos", aseguró el director del coro ante un gesto de aprobación de Yassin.
Todo ello, asegura el regidor, sólo puede lograrse con diálogo. Pese a que lo dice todo con elocuencia, las palabras del alcalde podrían sonar a declaración de buenas intenciones.
Al final de la conversación, un ruego parece confirmar que está convencido de su propuesta: "Por favor, hablen también con la otra parte".
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