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Reportaje:

La mirada de los niños

Un grupo de maestros aprende cómo hacer más atractiva la obra de Picasso a sus alumnos

Juana Viúdez

Cada día batallan con grupos de escolares que no han hecho los deberes y les preguntan el porqué de todas las cosas. La situación cambia cuando se ven delante de un cuadro en el Museo Picasso de Málaga y tienen que desmenuzar su contenido a base de preguntas. Sus mejillas no tardan en teñirse de rojo. Son 23 profesores de educación primaria y 2 de secundaria y asisten durante tres semanas a clases teóricas y prácticas para aprender a explicar la obra de Picasso a sus alumnos.

Cuatro monitoras del museo llevan las clases, los martes en aula y los miércoles en las salas de la pinacoteca. Siguen el legado de Amelia Arenas y Philip Yenawine, creadores de una extendida técnica de enseñanza que desarrollaron en el Museo de Arte Moderno y en el Metropolitan Museum de New York (EE UU) y que el verano pasado exportaron a Málaga.

"Nada de mirar las cartelas", advierte Lucía Vázquez, una de las monitoras, durante la clase en el museo. Tienen que enfrentarse a la obra dejando de lado sus conocimientos artísticos. Sin intermediarios. Lucía les pide que digan lo que están viendo. Ellos juegan a ser escolares y se dejan llevar.

"Esta técnica se puede utilizar con cualquier visitante, no es sólo para niños", puntualiza Macarena Ventosa, directora del departamento de comunicación del museo, "aunque para este curso hemos buscado obras que les gusten especialmente".

Los profesores rodean Bañista jugando, una escultura parecida a un juguete con una larga nariz que recuerda a Pinocho. "¿Qué veis?", les pregunta Lucía. Una de las alumnas/profesoras más extrovertidas, arranca la práctica. "Patas", dice. Las percepciones comienzan a llegar de todos los frentes: "Tiene piernas pero no tiene pies", asegura una compañera. "Parece un alfarero", añade otro profesor después. Ajenos a la clase, unos visitantes del museo que pasan por la sala se acercan para ver que se cuece en el corrillo. "Prestad atención a todos los detalles", aconseja Lucía, "el siguiente ejercicio lo conduciréis vosotros".

Es la segunda semana del curso y muy pocos se han atrevido a poner en práctica sus conocimientos, en la mayoría de las ocasiones, por miedo a que se les desmadre la clase. "Primero no habla nadie, después todos quieren decir lo que ven y poco a poco van ordenándose", explica Elena Aparicio, que de esto sabe mucho, ya que es la responsable de relaciones con los colegios del Museo Picasso Málaga.

"Hasta que no lo pruebas, no sabes cómo es", cuenta una de las alumnas que se lanzó hace un par de jornadas a experimentar. "Le puse el cuadro de Los tres músicos a niños de tres años y se me ponían los vellos de punta con las cosas que me decían".

Las monitoras destacan la importancia el orden de formulación de las preguntas y la forma en que se hacen. Por ejemplo, no hay que preguntar "¿por qué ves algo?" sino "¿qué te hacer verlo?". Elena aconseja sentar a los alumnos de instituto "que suelen ser muy altos" en el suelo y que levanten la mano para mantener el orden de intervención.

Lucía anima a los profesores a que hagan de moderadores frente a al lienzo Pareja con copa. Pasa medio minuto de silencio en el que la timidez sale a escena y les hace esquivar su mirada para no salir voluntarios. "Tenéis que decir: ¿Qué dirían mis niños de esto? Pensad en la parte divertida", les aconseja. Pero a ellos no les parece tan fácil. Pánico escénico.

Una de ellas se lanza y formula la pregunta estrella: ¿Qué está pasando en el cuadro? En cuanto se licencien podrán descubrir las obras del Museo Picasso sin intermediarios.

Quien tampoco ha necesitado intermediarios para enfrentarse a Picasso ha sido el escritor Ángel Alcalá Malavé, que ayer presentó en la Feria del Libro de Málaga un ensayo titulado Mitología inconsciente de Pablo Picasso.

A través de la carta astral del artista malagueño justifica "conflictos interiores" como el sentimiento de amor-odio que tenía hacia sí mismo y hacia su padre, su gusto por la tauromaquia o las mujeres. El libro, de 60 páginas y que tiene un precio de 10 euros, es una autoedición que "desvela el secreto de la perspectiva cubista", contó ayer su autor.

"Desnudar un alma a través de una carta astral es un privilegio muy grande con una dificultad añadida" contó Alcalá Malavé con aire misterioso durante la presentación. "Se descubren secretos demasiado personales que no he publicado por respeto a la familia".

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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