Obsesión por la seguridad
"La certeza de pasar por horas bajas, la inmediatez al ocaso, los momentos de especial debilidad son propicios para las reacciones ilógicas, desacostumbradas y hasta impensables por su consecuencias más allá de lo predecible", sostiene un análisis de la Guardia Civil.
Un mundo que se asemeja a aquel "misterio envuelto en un acertijo dentro de un enigma" que preocupaba a aquel personaje de la película JFK absolutamente obsesionado por su seguridad tras descubrirse la investigación del fiscal de Nueva Orleans Jim Garrison sobre la supuesta conspiración para asesinar a Kennedy. Como obsesionada están la dirección y los cuadros de ETA por su seguridad, por la sensación casi infinita de infiltración policial.
Una sensación que procede de la ingente cantidad de material incautado en la desarticulación de 54 comandos (1.035 detenidos desde mayo de 1996, fecha de la llegada al poder del PP, hasta principios de 2004) y de los listados incautados al aparato logístico y de captación (Susper), que permiten convertir a los candidatos a terroristas en presos antes de haber tocado un arma o una bomba.
"ETA ha cambiado de diseño y de actuación. Ese comité ejecutivo con apoyo asambleario del que cuelgan los distintos aparatos de fronteras, captación, militar y político, ya no es real. Hay una actuación mucho más individualizada, muy poco asamblearia, en el que las líneas políticas y de actuación militar no son compartidas. Los liderazgos son más débiles. Y una dirección política que pretenda dar un giro de timón también tiene más dificultades para convencer", afirman en sus análisis los jefes de la lucha antiterrorista de la Ertzaintza.
"Lo que está claro es que la solución no se va a encontrar ni a corto plazo ni en manos de un milagro político, y aún menos si se generalizan el derrotismo y la desesperación". Es la última advertencia de ETA para los que puedan estar pensando en estrategias liquidacionistas en Batasuna.
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