_
_
_
_
AGENDA GLOBAL. | ECONOMÍA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Petróleo: ¿otra burbuja especulativa?

Joaquín Estefanía

Loyola de Palacio, comisaria europea de la Energía, ha atribuido el alza del precio del petróleo a una "burbuja especulativa". Cada vez con más frecuencia, en un sistema que ha desestimado

los sistemas fuertes de regulación de los mercados que han de acompañar a las liberalizaciones de los mismos, las burbujas especulativas se suceden unas a otras: la burbuja tecnológica, la bursátil, la de la vivienda... Pero el petróleo había pasado a mejor vida entre las preocupaciones de los consumidores desde principios de la década de los noventa, cuando la guerra del Golfo hizo subir los precios del crudo y se inició una recesión mundial.

A partir de entonces se han sucedido las crisis económicas, con una cadena de una cada dos años más o menos y mucha capacidad de contagio (Sistema Monetario Europeo, México, tigres asiáticos, Rusia, Argentina, Brasil, EE UU, Argentina de nuevo, etcétera), pero ninguna de las mismas tuvo su base, como en los años setenta, en las materias primas. Loyola de Palacio planteaba la existencia de oscuras maniobras en los mercados y no de una escasez real de crudo. Ello se enmarca en el factor geopolítico (guerra de Irak, problemas en Venezuela y Nigeria, terrorismo contra los intereses de Arabia Saudí) que ha creado una sensación psicológica de ansiedad y un incremento de la prima de riesgo. Ambos factores contribuyen a la subida de los precios.

Hay una discusión sobre los efectos de la subida del petróleo en la economía. No será lo mismo para los países que crecen mucho que para la anémica Europa. Los más pesimistas pronuncian la palabra tabú: estanflación

Pero ello no lo explica todo. También hay una relación directa con el mercado. En primer lugar, un aumento de la demanda motivado por la recuperación de EE UU (comienza la temporada de mayor consumo de las gasolinas y las reservas están muy bajas) y otros países asiáticos, fundamentalmente China. Véase lo que dice de este último país el Banco Asiático de Desarrollo, en su último informe: "China es el mayor consumidor mundial de cobre, estaño, zinc, plomo, acero y mineral de hierro; el segundo mayor de aluminio y plomo, el tercero de níquel... Ahora es el segundo consumidor del mundo de petróleo después de EE UU [ha sustituido a Japón] y responsable del 35% del aumento global de la demanda de petróleo en 2003".

Por el lado de la oferta también hay distorsiones. Los productores están al 98% de su capacidad de producción, por lo que no hay mucho margen a corto plazo. El gran fiasco ha sido Irak, por cuyo petróleo ("Irak nada en petróleo", declaró cristalinamente el neocons Paul Wolfowitz) se ha hecho una guerra. Cuando ésta empezó, se dijo que el precio del petróleo bajaría, pero a mediados de este mes se puso a 40 dólares el barril de Brent. Además, la expectativa de recuperación de la industria petrolera iraquí se ha desvanecido, vistos los sucesivos atentados que la boicotean; la producción es significativamente menor que antes del conflicto; en el mes de abril se exportaban poco más de 800.000 barriles de crudo iraquí al día, cuando las previsiones eran acabar el año en más de tres millones diarios. Sube la demanda, baja la oferta. Los precios, que en términos reales han sido prácticamente los mismos desde el año 1980, se disparan.

Lo peor no es el precio actual del petróleo; lo peor es que los mercados de futuro indican que no va a descender. Hay una discusión entre los expertos sobre las consecuencias que en la economía va a tener este encarecimiento. El FMI dice que una subida de 10 dólares el barril supone medio punto de crecimiento, lo que no es mucho para un país como EE UU (que ha crecido más del 4% en el primer trimestre del año), pero sí para una Europa anémica, que calculaba crecer al 2% durante 2004. El Banco Central Europeo ha vaticinado una subida de la inflación, lo que contribuirá aún más a que no reduzca los tipos de interés. Los más pesimistas recuerdan la secuencia de los años setenta (aunque ahora no existe ningún embargo de la OPEP, como entonces): subida de precios del petróleo, de la inflación y de los tipos de interés; reducción del crecimiento y, la palabra maldita: estanflación. Esperemos que no.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_