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Reportaje:

Sin miedo a los jueces

Los vecinos de Banana Beach, habituados a los sustos, reciben con naturalidad la sentencia que revoca la licencia del complejo

Los vecinos de Banana Beach están tranquilos. Unos, porque están de alquiler unos días frente a la playa y apenas hablan español; otros, porque desconocen que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha anulado la licencia de obras de estos enormes bloques de apartamentos por estar levantados en zona verde; otros porque aseguran que tienen los papeles de su casa en regla y otros, los menos, porque saben que así es Marbella y que nadie va a atreverse a tirar el piso. Entre los residentes del edificio están la cantante Carmen Sevilla y la inefable Yola Berrocal, según dos vecinos y una mujer de la oficina de ventas.

"Creí que había problemas porque estaba demasiado pegado a la costa, pero no por estar en zona verde", reconoce un vecino que, como casi todos, prefiere no dar su nombre ni salir en la foto. Este hombre, afiliado al GIL y que viste pantalón corto, afirma que compró su piso, de 190 metros, en 2002 años por 240.000 euros. Hoy vale 300.000. "No pasará nada. No se atreverán a tirarlo", señala tranquilo. En Banana Beach nadie parece temer a los jueces.Banana Beach es tan feo como su nombre. Son cuatro bloques blancos con ribetes azules situados en la misma playa de Marbella. Delante de ellos hay un enorme elefante de cartón piedra, herencia directa de Gil, y que ya ha perdido un colmillo.

Los apartamentos comenzaron a construirse hace cinco años y hoy faltan por vender 30 de las más de 230 viviendas del complejo, según las chicas que atienden la oficina de ventas situada en los bajos. Las obras no han concluido. Ayer quedaban obreros en los alrededores de los edificios.

Un matrimonio de Madrid que compró un apartamento hace cuatro años para veranear es de los pocos que se alarma al ver la noticia de la suspensión en el periódico: "No sabía nada. Tenemos la licencia de primera ocupación y la licencia de obra. No entiendo cómo pretenden ilegalizarlo ahora", afirma la esposa camino de la playa. El marido lamenta que nadie le informara del litigio al comprar el apartamento: "No creo que tenga nada que temer, pero me hubiese gustado recibir la información".

Una empleada de la oficina de ventas clama contra la sentencia: "Esto hace mucho daño a Marbella". Otra reconoce que a los clientes no se les informaba sobre el contencioso: "Sabíamos que había algún problema legal pero no exactamente cuál. Como no somos abogados no podemos entender qué pasa. Si algún cliente preguntaba, sí reconocíamos que había algún tipo de problema en los juzgados".

Otro vecino, economista de 34 años, afirma que sí sabía que el edificio estaba construido sin respetar el único Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que reconocen los jueces, el de 1986. "¿Que una sentencia dice que la urbanización no respeta el PGOU vigente? Toda Marbella está al margen del PGOU de 1986. La ciudad tiene que desarrollarse", afirma con desdén.

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Este vecino, que añora los tiempos de Gil y lleva reloj Viceroy y gafas de sol, compró su casa, de 110 metros cuadrados, hace cuatro años por 240.000 euros. Como buen residente en Marbella conoce los vericuetos urbanísticos: "Yo soy un tercero que compró de buena fe. Tengo mi licencia y la obra también la tiene. El ayuntamiento, que tiene las competencias, dio la licencia de obra. Si la Junta de Andalucía opina que está mal dada, que le retire las competencias, pero que no intente alarmar a los propietarios".

Un británico dueño de tres apartamentos sí se inquietó al escuchar que un tribunal ha invalidado la licencia. "¿Puedo confirmarlo en el ayuntamiento?", pregunta alarmado. No, porque el ayuntamiento ya ha recurrido. "¿Quién me puede informar?", insiste angustiado.

Muchos de los residentes son extranjeros. Y muchos sólo han llegado a Marbella a pasar unos días. Así que les importaría poco aunque la urbanización estuviese construida sobre el Partenon. "Es un problema, pero yo me marcho el jueves", afirma Jenni, una alemana de 18 años de recién levantada tras una noche demasiado larga. Alquilar un apartamento en Banana Beach durante una semana de verano puede costar 900 euros. Es el precio por veranear sobre lo que debería ser un parque y por poder caerse de la cama y amanecer sobre la arena.

Residentes en Banana Beach toman el sol junto a la urbanización de Marbella.
Residentes en Banana Beach toman el sol junto a la urbanización de Marbella.JULIÁN ROJAS

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