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AUTOMOVILISMO | Gran Premio de Montecarlo de fórmula 1

Frenazo al azar

Mediante 100 sensores en los coches, la telemetría da una información tan precisa al 'box' que permite apreciar hasta si el piloto se relaja

Nada queda al azar. Todo está previsto, estudiado y calculado. Y, sin embargo, existe el error. La tecnología que se utiliza en la fórmula 1 automovilística es la más puntera en muchos aspectos y sobrepasa la barrera de lo imaginable en la mente de los aficionados que acuden a las carreras sin más pretensión que disfrutar del espectáculo del Campeonato del Mundo, que este fin de semana visita Montecarlo. Resulta impensable que desde los boxes se pueda tener una información tan precisa de lo que ocurre en el coche que rueda por la pista, pero incluso llega a saberse con exactitud en qué momento se relaja el piloto, si ha cometido un fallo o si está surgiendo un problema mecánico.

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Todo esto ocurre. Es la función que desarrolla la telemetría, un sofisticado sistema de comunicación establecido entre el bólido y el taller. Más de 100 sensores situados estratégicamente en todos los puntos del auto convierten una señal física en impulsos eléctricos codificados y dan una información que es comunicada de forma inmediata, a través de ondas de frecuencia determinadas, a un ordenador que elabora los datos y aporta las conclusiones. "Puede saberse todo lo que está ocurriendo en tiempo real", afirma Claude-Emmanuel Boisson, director de tecnología de la empresa Altran, que colabora estrechamente con la escudería Renault en el desarrollo y la aplicación tecnológica y en la gestión del equipo.

Los sensores detectan todo el movimiento del pedal del acelerador, los giros que realiza el volante, la presión que ejerce el viento sobre el coche, la temperatura del aceite y la del agua, la presión de los neumáticos, el nivel de vibraciones del chasis, el funcionamiento interno del motor, el estado y la temperatura de los frenos, la evolución de la caja de cambios, el desplazamiento y el desgaste de las suspensiones... Todo. "Claro, cuando el piloto levanta el pie del acelerador o se relaja, eso queda reflejado en el control telemétrico", explica Alfonso Martínez, ingeniero aeronáutico de una filial española de Altran; "si hay un error en la pista, se sabe con certeza si ha sido del piloto o corresponde a un fallo mecánico".

El objetivo fundamental de la telemetría es la previsión. Si se detecta un exceso de vibraciones, por ejemplo, es que algo no funciona en la aerodinámica y puede aprovecharse la parada de revituallamiento para rectificarlo. Si lo que se vislumbra es una subida de la temperatura del aceite o del agua es que hay problemas en el motor. Entonces, los técnicos pueden avisar al piloto para que sea más conservador. "La información de la telemetría es estudiada por los equipos para la puesta a punto de los coches. En muchos casos, los dos pilotos comparan sus hojas para ver en qué puntos han estado mejor o peor y por qué", comenta Martínez.

La última evolución de la telemetría es vislumbrar en un ordenador el momento de la explosión del combustible en el cilindro y el efecto que produce, otorgando colores a la ionización de los gases. Se pretende apreciar si la explosión se realiza en el punto mecánicamente perfecto y en el momento preciso y saber si la expulsión de los gases es perfecta. "Si esta investigación sirve para arañar una décima de segundo o mejorar la fiabilidad del motor, nos vale", concluye.

Ralf Schumacher contrasta con un mecánico datos telemétricos.
Ralf Schumacher contrasta con un mecánico datos telemétricos.AP

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