"En EE UU confunden libertad de expresión y libertad de consumo"
Rickie Lee Jones llevaba más de seis años callada. La musa de Tom Waits, esa figura bohemia con más de dos décadas de una carrera musical mezcla de soul, jazz, folk y rock prefirió concentrar sus energías en la educación de su única hija, Charlotte, y Ghostyhead (1997) fue su último álbum con material original. Hace casi cuatro años, coincidiendo con la victoria presidencial de George W. Bush en Estados Unidos, empezó a gestar su nueva obra, The Evening of My Best Day, un trabajo abiertamente político que ahora dará a conocer en España. "Siempre había evitado hablar de política en mis canciones porque me parecía algo pasajero. Pero Bush es como Hitler y sería un pecado no decir nada. No podría quedarme callada a la vista de todo lo que está pasando", resume con dureza una cantante que siempre ha preferido marcar su propio ritmo. Nunca se consideró una persona demasiado política y, como reconoce, ha llegado tarde al campo de la canción protesta. "Si es que prefieres llamarlo de esa forma", explica. Pero la corrupción que ha visto en los últimos años ha hecho que le dedique a Bush el primer tema de su nuevo álbum: "He's an ugly man / he's always been an ugly man / He grew up to be like his father / an ugly man " ("Es un tipo repulsivo / siempre lo ha sido / Se ha convertido en el retrato de su padre / un hombre repulsivo"). Un ataque frontal que pese a su rabiosa carga Jones interpreta con su habitual armonía, suavidad y hasta humor, algo común a todos sus trabajos. "Siempre he compuesto canciones que reflejan lo que hay en mi mente. Y ahora necesitaba escribir, componer. No es tanto una necesidad política como emocional. La necesidad de expresar lo que pienso", subraya.
Una necesidad que también refleja otros temas políticos de actualidad como las libertades civiles, una defensa presente en el tema Tell Somebody (Repeal the Patriot Act). "Están utilizando el dolor y el miedo para controlar a los americanos para su beneficio económico porque para ellos el dinero es poder. Ésa es su filosofía", añade en sus ataques contra el régimen de Bush. "Y lo triste es que los estadounidenses se creen que todos quieren ser americanos y no se dan cuenta de que cada uno quiere ser quien es", sopesa.
Sí, The Evening of My Best Day ha situado el nombre de Rickie Lee Jones entre los de Joan Baez o Bob Dylan, según la crítica estadounidense, nada estuvo más lejos durante la carrera de esta artista nacida en Chicago en 1954. Alejada por propia voluntad del éxito comercial, Jones se dio a conocer como esa vampiresa que aparecía en la contraportada del álbum Blue Valentine de Waits. Su boina y su pelo largo, rubio y lacio serían sus señas de identidad mientras que sus temas Chuck E's In Love, Young Blood o Easy Money le abrieron las puertas a su álbum más destacado, Pirates. Siempre perfeccionista con sus canciones, también lo fue con su vida. Nunca parecía contenta, saltando de Nueva York a San Francisco, de París a Hollywood, vuelta a Francia y de regreso a Estados Unidos hasta separarse de todo, música incluida, en Tacoma (Washington), una ciudad trabajadora y pobre donde se dedicó a la jardinería y a su hija.
"Me aburro de los sitios. Siempre es miseria o abundancia. No hay término medio. Pero ahora necesitaba estar con los surferos, tener cerca ese juguete llamado océano y alejarme del frío del norte", comenta desde su refugio en el barrio de Brentwood, cerca del mar y con vistas a Sunset Boulevard. Desde ahí ha compuesto su nuevo álbum, The Evening of My Best Day, un título con el que ha querido resumir el momento vital en el que se encuentra. "Ese momento en el que puedes mirar atrás y darte cuenta de la vida que has vivido", explica sin nostalgia.
No hay que confundir la placidez con el conformismo y desde ese momento de reflexión Jones ha aprovechado para construir su propio castillo desde el que defenderse de los "viciosos ataques" de los que es objeto. Como recuerda, son muchos los que han utilizado la política para atacarla personalmente y más de uno ha mencionado su pasado de heroinómana para cuestionar sus ideas. "Los hay estúpidos, pero duele", afirma. Por eso dejó de utilizar su página www.rickieleejones.com y se lanzó a una nueva aventura en la red bajo la dirección de www.furnitureforthepeople.com (que se traduce por muebles para la gente.com). "Quise separar la música lo más posible de un foro que considero político", describe del que también es el nombre de su sello discográfico. Una fortaleza desde la que defenderse no sólo de estos ataques personales sino de lo que considera aún valioso de su país, su cultura. "Creo que hay gente buena y que es un gran país bastante libre como refleja su música", añade, buscando lo que en su opinión aún merece la pena de Estados Unidos. "Pero en la actualidad nuestra única bandera es la de lo comercial", sentencia. "Y a menudo confundimos la libertad de expresión con la libertad de consumo", añade, preocupada ante el control de los medios de comunicación que está ejerciendo la derecha. Un control del que no sólo culpa al Gobierno -"aunque aprendí durante el régimen de Reagan que cuando los conservadores están en el poder nuestra información está seriamente censurada", recuerda-, sino a magnates como Rupert Murdoch y su imperio mediático. "Están creando una población con la que no me podré relacionar, con esos programas donde sólo llevan a gente para reírse de ellos o donde el llanto es fuente de entretenimiento. Yo no quiero participar de eso".
Su cultura sigue siendo musi-
cal, "provocadora como siempre lo ha sido", inspirada por grupos como DMX, Cypress Hill o incluso Paul McCartney. "Me gusta encontrar la inspiración en los lugares más insospechados", reconoce. Una cultura musical desde la que espera promover una revolución como la que tuvo lugar en los sesenta, aunque tiene claro que ahora será más difícil, con figuras como la de Dylan, inspiración de aquel entonces, vendiendo ahora ropa interior con sus canciones en los anuncios de Victoria Secret. "Esas cosas no ayudan pero tampoco cambiarán lo buenos que fueron sus temas", le disculpa. Jones también disculpa la figura más odiada de la industria discográfica en los últimos años, la piratería. "Me gusta que la gente robe música, que esté motivada para buscarla, para quererla y para hacer lo que puedan hasta conseguirla", defiende incluso si su disco es la víctima de los top-manta. "Eso significa que quieres escucharlo y yo quiero que lo escuches", confirma Jones, añadiendo tan sólo una advertencia. "Siempre que no me lleven a la ruina, porque si me robas la mitad de mi trabajo seré la primera en buscarte para acabar contigo", concluye risueña.
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