Éxtasis diez días después
Miles de aficionados celebran a lo grande el segundo título del año
Diez días después de que Valencia se lanzara a la calle para celebrar su sexta Liga, la fiesta continuó ayer con el quinto título europeo. El encuentro se vivió con pasión en el pabellón de la Font de Sant Lluís, en la plaza de toros y en numerosos bares y terrazas. La fiesta volvió a dividirse tras el partido en los alrededores de Mestalla y la plaza del Ayuntamiento, y continuará hoy. El Valencia llega al aeropuerto de Manises a las 17.00, y acudirá luego a la Basílica, la Generalitat y el Ayuntamiento.
En la Fonteta, el baloncesto y el balonmano dieron paso al fútbol. El pabellón parecía la grada de Mestalla, con unos 8.000 aficionados. Antes del partido, el ambiente lo caldeó Manolo el del bombo, que animó a la gente con su tambor y haciendo la ola con el público; y José Manuel Casañ, cantante de Seguridad Social y reconocido valencianista. "¡El Valencia es el mejor del mundo!", gritó. Cuatro pantallas gigantes recogieron el encuentro. Se habían retirado las canastas y porterías, y, con la hinchada en pie, por los altavoces resonaba una versión maquinera del himno del Valencia. La afición vibró desde que se cantó el once inicial hasta el último minuto.
En la plaza de toros, la fiesta también empezó antes del partido, y a las ocho de la tarde la mitad de las gradas -todas las habilitadas- y la arena estaban abarrotadas. Mucha animación, muchas camisetas naranjas, cervezas, y una mayoría abrumadora de jóvenes. El ambiente parecía más propio de un concierto que de un partido. Y de hecho hubo música, aparentemente en directo, acompañada de lo que los presentadores de RTVV llamaron ballet, compuesto por once mujeres jóvenes y tres hombres.
Su intervención acabó provocando protestas, porque, mientras bailaban, el partido había comenzado. A los 20 minutos, con el Valencia en dificultades, los más aprensivos se comían las uñas: "Nos hemos confiado y estos franceses están muy fuertes", decía un aficionado. Junto a él, un hombre entrado en años pedía paciencia a la vez que roía un puro.Aquello era definitivamente una fiesta que se prolongó en el descanso, en la segunda parte, y siguió con una marea de gente inundando la plaza del Ayuntamiento y Mestalla. Diez días después, la fiesta seguía en la calle.
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