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FÚTBOL | Final de la Copa de la UEFA: Valencia-Marsella

Cañizares y Barthez: exóticos, excesivos y carismáticos

Excesivos, carismáticos y excéntricos. Así son Cañizares y Barthez. Separados, eso sí, por la regularidad en la trayectoria del portero del Valencia, que contrasta con los altibajos del guardameta del Marsella, otra vez arriba de la noria tras su descenso a los infiernos como ex del Manchester United.

- El rubio platino. No estaba previsto que Cañizares, de 34 años, defendiera hoy la portería del Valencia. Era un honor reservado por el técnico, Rafa Benítez, al suplente, Palop, pero la lesión de éste en una muñeca hizo que el titular de la Liga también lo sea en la Copa de la UEFA. Nada hace tan feliz al de Puertollano como acaparar protagonismo. Es lo que ha conseguido desde que aterrizara en Mestalla, en 1998, huyendo de su papel secundario en el Madrid. El Valencia viaja a China y allí Cañizares es, con Aimar, el más popular. Le ayuda su excéntrica imagen, consecuencia de las largas jornadas que le dedica al tinte rubio platino de su pelo. Y a su peculiar personalidad, alumbrada por el descubrimiento del taoísmo, interpretado en el control de la energía. No ha habido temporada, y ya van seis, en la que haya dejado de progresar. Dominador del juego aéreo con una magistral técnica en el despeje de puños, su punto débil era el uno contra uno. Pero este curso se ha encargado de paliarlo gracias a su empeño y al del preparador de los porteros, Otxotorena. Roza ya su cuarto trofeo Zamora, sólo por detrás de Ramallets, con cinco. Y eso que recibió un duro golpe en el vestuario a principios de ejercicio. Sus compañeros le despojaron de la capitanía en una votación en beneficio de Albelda y Baraja. Cañizares no se sintió querido más allá de sus íntimos: Ayala y Pellegrino.

- Reflejos y... despistes. A Barthez, los jugadores del Marsella le ven poco, lo justo, y le oyen menos. Entrenamientos, partidos, "buenos días", "adiós" y... punto final. Pero, si Drogba es la estrella, él no renuncia al firmamento. Con más fama que cualidades, ha sobrevivido a éxitos y fracasos y al mundo rosa, que le relacionó con una de las princesas de Mónaco, y ha conseguido un contrato de tres años, a sus 32, en el Marsella, en el que se hizo grande, de vuelta a casa tras su fracaso en el Manchester. En Marsella olvidan y están encantados con un portero excéntrico e incorrecto que, sin embargo, ha cuajado soberbias actuaciones en la Copa de la UEFA. Original en la vestimenta -fue de los primeros en lucir la manga corta-, aquilató fama con unos reflejos que ocultaban sus despistes en jugadas sencillas. Barthez quiere olvidar la experiencia inglesa, en la que dilapidó parte de su prestigio, y la monegasca, donde fue más conocido por las revistas del corazón.

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