Murua lleva la ternura del tacto a su último poemario
El último libro de Kepa Murua (Zarautz, 1962) supone una apuesta por la reflexión desde la palabra poética, que quiere conceder la voz al ciudadano sin caer en lo panfletario. Las manos en alto (Editorial Calambur) trata de recuperar para la lírica la capacidad expresiva del sentido del tacto, a partir de las distintas miradas que ofrecen los ochenta poemas que lo conforman, con títulos significativos como Las manos en el pecho, La mano alma, Las manos ciudad o Piden silencio.
En menos de ocho años, Kepa Murua se ha abierto un hueco en el complejo panorama de la literatura en español. Desde su editorial Bassarai, con sede en Vitoria, ejerce de difusor de algunas de las nuevas voces narrativas en lengua castellana y difunde parte de la mejor poesía europea. Y luego está su trabajo como poeta, que le ha llevado a publicar media docena de títulos en el último lustro, entre ellos Siempre conté diez y nunca apareciste, Cardiolemas o Un lugar por nosotros. Sus poemas se han traducido al italiano o el portugués.
Respecto a su último libro, el poeta y editor asegura que no pretende "dar lecciones de moral o de política". "He tratado de interpelar al lector desde la ternura y la esperanza", añade.
En sus poemarios anteriores, Murua se había enfrentado a la ciudad, al paisaje del mar o a la metafísica. Ahora, su apuesta es más cercana, ya que Las manos en alto aborda dos de las cuestiones que han sido más frecuentes en la creación poética: la contemporaneidad y la utilidad de la poesía.
"Al trabajar con estos dos asuntos, sabía que uno de los riesgos era caer en el panfleto. Por eso, he tratado de centrarme en lo íntimo, en el ser y sentir del hombre", explica Kepa Murua, quien insiste en las virtudes comunicadoras de la poesía: "Hablo del amor y el deseo, de la tristeza y la alegría, en poemas que pueden ser entendidos por cualquiera".
El carácter cívico recorre todas las páginas de Las manos en alto, ya desde el primer poema, el citado Las manos en el pecho, que se cierra con estos versos: "Con las manos en el pecho / el peso de la vida por cada / latido que rompe el cuerpo / en mil pedazos". Y ese carátcer se extiende incluso hasta la fecha en que se imprimió el libro, que no por casualidad fue el 14 de abril pasado, 63º aniversario de la proclamación de la Segunda República española.
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