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Un ministro alemán desata una ola de indignación al sugerir el peaje para los automóviles en las autopistas

El ministro federal de Tráfico de Alemania, el socialdemócrata Manfred Stolpe, ha desencadenado una ola de indignación en el país con la sugerencia de introducir el peaje a los automóviles en las autopistas. Stolpe se vio obligado a matizar más tarde sus declaraciones y a afirmar que sería sólo un peaje para financiar algunos proyectos y que no se pretende recaudar en la red actual de autopistas.

No tiene suerte Stolpe, cuyo apellido tiene una raíz que en alemán significa dar traspiés. Y sin duda que hace honor a su nombre. Cuando se han aplacado los ecos del escándalo provocado por el fracaso tecnológico en el proyecto de intentar cobrar peaje a los camiones, cuando el precio del litro de gasolina alcanza los 1,25 euros, Stolpe se ha sacado un nuevo conejo de la chistera para tratar de tapar alguno de los múltiples agujeros del presupuesto alemán. Sugirió el ministro en una entrevista que los automovilistas podrían pagar peaje y se armó la marimorena.

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El diario sensacionalista Bild Zeitung, el de mayor tirada, abría ayer su edición con un gran titular: ¡Impuesto ecológico! ¡Precio de la gasolina! ¿Y ahora también peaje a los autos?

Se trata de una guerra preventiva. Stolpe precisó ayer, a primera hora, que se trata de un debate "montado con unos titulares. Si se lee la entrevista, se advierte que no se trataba de eso". Precisó que se refería a la financiación de proyectos de tráfico no realizados con un peaje para los usuarios: "Se debe reflexionar si no se puede permitir que trayectos especialmente difíciles y caros se financien de forma privada y que se cubran los gastos con peaje".

Como ejemplo de esta propuesta, mencionó Stolpe la posibilidad de construir un túnel por debajo del río Elba y desviar el tráfico hacia Escandinavia de la ciudad de Hamburgo, para dejar así más despejadas las rutas de la costa. Las explicaciones del ministro no han logrado aplacar los ánimos de los automovilistas alemanes, que tienen la mosca detrás de la oreja. El Club Alemán del Automóvil, el mayor de Europa con sus 14,6 millones de afiliados, y la Federación de la Industria Alemana del Automóvil han condenado la declaración de Stolpe y sostienen que resulta dañina porque contribuye a estrangular más aún la economía.

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