Guerra de Irak y pensamiento utópico
Nunca como hasta ahora, bajo la oscura luz de nuestra realidad política, la danza de los conceptos y los significados había alcanzado velocidad tan vertiginosa: las dudosas consecuencias de la invasión de Irak confirman de nuevo los peligros del pensamiento utópico que una vez fuera signo distintivo de las izquierdas. Porque parece cada vez más claro que esta guerra ha constituido la última e improbable manifestación del viejo idealismo revolucionario cuya fe ciega en los fines convierte en irrelevantes los medios empleados para su consecución.
Ya decía Hegel que las épocas de felicidad son páginas en blanco del libro de la historia, que tiene a la guerra como única partera. Paradójicamente, y en la vieja acepción de la palabra, ya sólo el establishment parece revolucionario, como atestigua su conmovedora, ingenua creencia en la posibilidad de transformar radicalmente, mediante un único golpe, la terca realidad.
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