"Utilizo la presión para crecer"
Kaká, el antidivo, se convierte en su primera temporada en el símbolo del victorioso Milan
En sus primeras apariciones por los vestuarios del Milan, en agosto de 2003, la simplicidad de Kaká desentonó de la tradicional elegancia de sus jugadores, clientes preferentes de las tiendas de moda más lujosas o más estrafalarias de la ciudad italiana. El novato recién llegado osó presentarse vestido con un jersey, pantalones vaqueros y zapatillas deportivas. Su inexperiencia en el prêt à porter futbolístico le costó una broma correctiva por parte de sus compañeros. Un día, cuando volvía del entrenamiento, encontró su ropa pegada con cintas en la pared del vestuario y colgando de ella etiquetas de saldo al precio de 1 euro. El brasileño aprendió rápido que "el calcio es una pasarela de modelos llena de futbolistas galanes".
Sus compañeros 'vendían' su ropa a 1 euro. Aguantó la broma. Aún viste jersey, vaqueros y deportivas
"Estar siempre con Dios es la mejor manera de mantener los pies en el suelo y no hacer tonterías"
Kaká no lucía esta semana pasada ni gafas de astronauta ni una camiseta fashion. Seguía yendo como más le gusta: jersey, vaqueros y zapatillas deportivas. Pero ahora ya nadie le dice nada sobre su forma de vestir porque, a sus 22 años, es la nueva estrella del equipo. Tanto los compañeros como los aficionados y la prensa italiana le señalan como el artífice del 17º título liguero. Su entrenador, Carlo Ancelotti, reconoce que su bambino "transformó al Milan".
El pasado miércoles la hermética ciudad deportiva de Milanello estaba excepcionalmente abierta a los socios después de la conquista del campeonato. Los chavales correteaban por el bosque a la caza de sus ídolos. Una joven tifosi consiguió irrumpir en el camino de Kaká con un regalo: "Es para Caroline; una camiseta del Milan con el nombre de su novia". El suramericano es el sueño tanto de las quinceañeras italianas como de las brasileñas, pero proclama que evita las fiestas porque prefiere su casa, leer la Biblia y recordar a su novia, que permanece en Brasil.
Su triunfo en el fútbol europeo equivale a la llegada al estrellato del antidivo, la antítesis de la mercadotecnia transgresora de muecas y peinados de la Beckhamanía. Los italianos le definen como un facca pulita (cara limpia), un chico de carisma agradable y cautivante. Leonardo, ex jugador rossonero y ahora directivo del club, avaló su fichaje porque "Kaká es único". "Quien compra su camiseta busca la imagen del muchacho bueno y educado que lucha por sus objetivos. Respira un talento natural y transpira los esfuerzos afrontados", agrega Leonardo.
La adaptación del centrocampista Ricardo Izecson dos Santos Leite (Brasilia, 1982) es sorprendente. En su primera temporada ha marcado 10 goles. Sus fuertes zancadas desde atrás y las rápidas combinaciones con Shevchenko dieron la victoria final al Milan y auparon al ucraniano como máximo goleador, con 24 tantos. Kaká explica su éxito con una fórmula sencilla, pero de resultados mágicos: "He mezclado el rigor táctico italiano con la calidad brasileña de la improvisación". Admite su italianización al haber mejorado su marcaje al rival y cumplido las exigencias de Ancellotti de recuperar energías con una buena ración de pasta al pomodoro después de los partidos.
Para Leonardo, las claves del éxito de la alternativa de Kaká están "en su fuerte personalidad y en haber llegado al Milan sin presión, con el mero objetivo de madurar". Pero el compatriota y amigo de Kaká ya le avisó de que "la próxima campaña no será fácil": "Empezará como la gran estrella del equipo, como el símbolo. Tiene que identificar nuevos instrumentos para continuar su progresión. Porque tanto éxito te puede hacer balancear cuando eres joven. Nadie es Superman".
Kaká espera su confirmación con su mentalidad siempre positiva. "Pocos italianos me conocían. Era sólo un chico que estaba surgiendo en el fútbol. Ahora el mundo entero me conoce. Más exigencia, más marcaje, más responsabilidad... Utilizo esta presión para crecer y mejorar cada día. Todos los años serán de confirmación". Fue pensando de esta manera como borró de su mente la imagen de un mano a mano con Molina, que ganó el portero, y que supuso la eliminación del Milan en la Champions por un humillante 4-0: "No vale de nada lamentarse. Fuera del campo, ya no puedo hacer nada más. Fue una gran experiencia para el futuro".
La sonrisa adolescente de Kaká disimula una armadura musculosa de 1,85 metros, seguida al detalle en el Milan Lab. En este centro de desarrollo fisiológico de la ciudad deportiva, en Milanello, los futbolistas pasan pruebas físicas y psicológicas cada mes. Después, un sofisticado software desarrollado por el club expide su parecer. Sólo son "trabajitos" de 20 secuencias de 30 abdominales, decenas de flexiones con la polea de tríceps, máquinas de pectoral... Mientras sus compañeros enfilan sus coches hacia sus casas, Kaká sigue solo en el gimnasio ejercitándose y cumpliendo lo que le digan los ordenadores: "Me siento raro hablando con las máquinas, pero reconozco el valor de la tecnología. Con las estadísticas en la mano, identifico deficiencias, preservo mi cuerpo y me recupero de las lesiones. El juego, aquí, es muy duro y por eso necesito estar fuerte para aguantar los palos. Son detalles que marcan la diferencia en un partido".
El pensamiento ganador de Kaká y su creencia religiosa le hacen considerar como "un gran momento de su vida" el 30 de septiembre de 2000. En ese día se fracturó la sexta vértebra en un choque con el fondo de una piscina cuando jugaba en las divisiones inferiores del São Paulo: "Me quedé dos meses sin poder moverme y con una férula en el cuello. Pensé y reflexioné. Mi fe creció mucho". Apoyado por una familia evangelista, el convaleciente cogió la costumbre de leer la Biblia y guardar entre sus hojas apuntes de sus objetivos, entre ellos ascender al primer equipo del São Paulo y llegar a la selección brasileña.
Pocos meses después de su recuperación, en 2001, Kaká se ganó la titularidad en el primer equipo del São Paulo. Antes de la final del Mundial de 2002, entre Brasil y Alemania, allí estaba, reuniendo a sus compañeros para rezar sobre el césped antes de la victoria.
El presidente del São Paulo, Marcelo Gouvea, intentó persuadir a Kaká de su marcha al Milan con el argumento de que sería suplente de Rivaldo y Rui Costa. La respuesta del chaval fue atrevida: "Lo de ser reserva se decidirá en el rectángulo de juego". Un año después, Rivaldo ya no existe para el mundo del fútbol y Rui Costa esta relegado en el banquillo.
Cuando el Milan derrotó al Roma y ganó el título italiano, Kaká tenía preparada una camisa con el lema Pertenezco a Jesús escrito en inglés. Acaba de firmar un contrato millonario con Adidas en el que obliga a que sus prendas tengan la inscripción Dios es fiel. Su brazalete y hasta el mensaje del contestador de su teléfono móvil evocan a Jesús. Kaká garantiza que "estar siempre en la presencia de Dios es la mejor manera de mantener los pies en el suelo y no hacer tonterías". "No soy agresivo y no intento convertir a nadie. Pero muchos compañeros vienen acercándose poco a poco y preguntando algo de la Biblia", advierte.
¿Y qué objetivos están escritos en lo papelitos de su Biblia para la próxima temporada? "La Champions, el Balón de Oro y el premio de la FIFA al mejor jugador. Llegarán naturalmente con los éxitos del Milan".
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