La reconversión del 'calcio' a la búsqueda de espectáculo
La Liga italiana acabó ayer inmersa en los escándalos del dopaje, el supuesto amaño de partidos por la mafia de las apuestas y la crónica de la tacañería de su estilo de juego. Pero la esperanza del calcio reside en el campeón: el Milan ganó el título gracias a la categoría de sus jugadores técnicos.
Silvio Berlusconi, el presidente rossonero, reunió ayer a 800 invitados en el Castello Sforzesco, un castillo renacentista del siglo XV, para celebrar el nuevo éxito. Entre los asistentes a la fiesta estaba Leonardo de Araujo, ex jugador milanista y actualmente asesor del club y secretario general de la Fondazione Milan, un hombre al que el primer ministro italiano y dueño del Milan está muy agradecido.
De Leonardo partió precisamente la idea de pagar 8,5 millones de euros por Kaká, un chico de 21 años que había jugado pocos minutos en la selección brasileña y recibía con frecuencia pitadas por su irregularidad en el Morumbi, el estadio del São Paulo.
Los últimos instantes de la carrera de Leonardo en el São Paulo coincidieron con el nacimiento deportivo de Kaká. El ojo clínico de veterano identificó en aquel chaval de familia religiosa y acomodada un tesoro de talento y carácter. "Tuve la oportunidad de estar seis meses viéndole entrenarse, jugar y hablar. Estaba siempre disponible para todo y para todos", recuerda Leonardo que no dudó en recomendarle.
Después del derby contra el Inter, Berlusconi decretó: "Cualquier entrenador deberá obligatoriamente alinear a dos puntas. No es un consejo, es un orden". Puede parecer otra bravata del capo, pero su consigna es el mejor ejemplo de que el fútbol italiano empieza a cambiar. No se trata de un orden táctico, sino del deseo de un converso al fútbol de calidad. Y Leonardo es uno de los impulsores del decreto presidencial porque el Milan "tiene que maravillar con un fútbol-espectáculo".
El brasileño considera que la conversión del estilo de juego en Italia empezó hace dos años y el Milan es su abanderado. "El calcio pasó mucho tiempo anclado en la táctica y el físico. Y eso va quitando placer, espectáculo y alegría. Estamos mejorando el estilo y la calidad de la exhibición. Lo que quiere la gente es un partido bonito, con jugadas de efecto; un fútbol diferente. El Milan es la gran expresión de este movimiento que empieza a ser seguido por los demás clubes. La Juventus ya juega con tres atacantes. El toque de genio del fútbol brasileño combina con este deseo y ahora Kaká se ha convertido en el representante de esta cultura".
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