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Reportaje:

México se recupera al calor de EE UU

El país latinoamericano, muy dependiente de su vecino del norte, comienza este año a salir del túnel

Juan Jesús Aznárez

La relación de México y Estados Unidos se asemeja a la de dos hermanos siameses que, si tienen que ser operados para salvar a uno, "el que muere es México". Lo dijo el ministro de Hacienda mexicano, Francisco Gil, en una reciente reunión con periodistas españoles en la capital mexicana. Razones no le faltan para hacer esa similitud. La relación entre dos países con 3.200 kilómetros de frontera común evoluciona de esa manera: si la economía norteamericana se contrae, la mexicana se derrumba. Así ocurrió durante los últimos tres años, pero, afortunadamente, Estados Unidos, destinatario del 90% de las exportaciones mexicanas, se recupera: un 4,2% en el primer trimestre de este año, y México también: un 3% en el mismo periodo. Una cierta expansión parece haber comenzado.

La competitividad, el ahorro y la inversión local son los principales retos para el futuro

El Gobierno anticipa un repunte del producto interior bruto (PIB) entre el 3% y 3,5% al final del presente ejercicio, lo que cerraría un ciclo penoso: recesión en el año 2001, primero de la presidencia de Vicente Fox, y apenas un punto de crecimiento durante los dos anteriores. México perdió cientos de miles de empleos, cerraron numerosas empresas, debió extremar el celo y la austeridad presupuestaria y esperar tiempos mejores. El déficit fiscal, bajo estrecha observación, se situará en torno al 0,3% del PIB. Hay problemas, pero distintos. Esta nación difiere de la que a principios de 1995 encajó una crisis que obligó a una operación de salvamento de cerca de 50.000 millones de dólares (42.061 millones de euros) de Hacienda para evitar la bancarrota nacional.

"Yo espero que, ahora que la economía está en crecimiento, también se señale a Fox como responsable, porque a Fox se le señaló como responsable cuando las cosas no caminaban", declaró el ministro a este corresponsal. Probablemente, México crecerá este año, pero no al ritmo exigido por una sociedad con el 50% de sus 104 millones de habitantes en la pobreza, el 45% de la población laboralmente activa en la economía sumergida y 300.000 emigrantes al año. Siete de cada 10 empleos nuevos son sumergidos. Eduardo Sojo, coordinador de Políticas Públicas, admitió que el Gobierno ha agotado las fuentes alternas de captación de recursos y se impone una reforma fiscal. El Ejecutivo lo intentó en dos ocasiones y fue derrotado en el Congreso.

Con la indefinición política y sin las reformas pendientes, la fiscal, energética, laboral y la modernización del Estado de derecho, México no entrará en crisis, pero "en vez de crecer el 5%, avanzaremos un 3% y nunca llegaremos al 7% prometido", reconoció el funcionario. Y sin los cambios estructurales pretendidos, será difícil reducir la inflación, en torno al 4%, al 3% de meta oficial. No obstante, en una América Latina todavía turbulenta, política y económicamente, la estabilidad monetaria, fiscal y financiera de este país es su principal activo, pese a las diferencias entre el Gobierno y los empresarios respecto a la conveniencia de insistir en el déficit cero, tesis de la Administración, o rebasarlo para aumentar la inversión pública en infraestructuras y crear empleo. Los cinco grupos extranjeros que controlan la banca mexicana ganaron cerca de 800 millones de dólares (673 millones de euros) en el primer trimestre, un 14% más que el año pasado.

A la espera de que, alguna vez, el crecimiento se traslade al bolsillo de los mexicanos, la macroeconomía parece bastante sólida: el riesgo país es el más bajo en muchos años y el blindaje de las finanzas permite una mejor defensa en el caso de convulsiones internacionales, según Dennis Flanney, vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Algunos datos así lo indican: hace ocho años, el 70% de la deuda total de México, en torno a los 160.000 millones de dólares, era externa, frente al 45% en la actualidad, según fuentes oficiales. El 80% está contratada en tipos de interés anuales fijos. Tampoco existe el problema de vencimientos que aceleró la catástrofe de hace casi 10 años. La servidumbre de la deuda gravó el gasto corriente, al llevarse 4.261 millones de dólares entre enero y marzo de este año.

Pero los problemas más graves de México, cuyos principales ingresos dependen del petróleo, las remesas familiares de los inmigrantes, el turismo y el comercio con Estados Unidos, son la escasa competitividad de su economía, la recaudación tributaria, la insuficiencia del ahorro interno (18,3% del PIB) y la debilidad de las pequeñas y medianas empresas. Sólo una de cada cuatro empresas mexicanas se financió con crédito bancario en el primer trimestre de este año y la mayoría, el 57,4%, ha recurrido a los proveedores. Manuel Medina Mora, presidente de la Asociación de Bancos de México, asegura. "Éste el momento de pedir crédito, porque tal vez los niveles de tipos actuales (en torno al 7%) no se verán en muchos años".

Los niveles de las remesas de los emigrantes también son insólitos: sumaron, en el primer trimestre, 3.276 millones de dólares, un 19,4% más, equivalentes a casi las tres cuartas partes de las exportaciones de crudo en ese periodo. Según el Banco Mundial, México recibió 13.200 millones de dólares en 2003, en tendencia ascendente. Conforme más crecen las remesas, más evidentes son los fallos de la economía nacional: la inversión privada local no despega como cabe esperar. "El escenario no avizora la reactivación de las fuentes internas de crecimiento que pudieran traducirse en una recuperación vigorosa de la inversión", según Everardo Elizondo, subgobernador del Banco de México.

Consecuentemente, los cálculos de crecimiento y empleo distan de ser los necesarios para combatir la pobreza y otras carencias. De hecho, una subida del PIB de tres puntos únicamente permitirá generar 400.000 empleos formales, aproximadamente los perdidos en el pasado trienio de contracción. Pero el Gobierno sostiene que no puede caer en desembolsos, dispendios y obras cuya implantación, de desbordarse, podría encarecer el crédito al observarse una restricción en la liquidez global.

De momento, los balances son aplaudidos por las firmas calificadoras de riesgo: el superávit fiscal ascendió a cerca de 4.000 millones de dólares en el primer trimestre de este año, un 66,1% por encima del anterior computo. Al igual que Venezuela, este país, octavo mayor exportador, encuentra en el petróleo un apoyadero fundamental. Los ingresos por la venta de crudo crecieron un 12,4% en términos reales, impulsados por el incremento del barril en el mercado mundial y por una mayor plataforma de exportación. La mezcla vendida cotizó cerca de los 30 dólares, por encima de los 20 dólares previstos en el presupuesto.

De todas formas, la reactivación, según las autoridades, se refleja en la racha exportadora y la reactivación de las grandes maquilas, las cadenas de montaje de capital extranjero instaladas en la frontera con Estados Unidos, en una mayor inversión en capital fijo y en un ritmo anual de crecimiento del consumo privado, que estimula a los establecimientos minoristas. Las ventas de las compañías automovilísticas crecieron un 23% en marzo, la producción, un 3,3% y las exportaciones, destinadas fundamentalmente a Estados Unidos, un 5,7%. El sistema financiero se mantiene relativamente estable, pero existe inquietud por el previsible incremento de los tipos de interés en Estados Unidos.

Interés de la empresa española

La mejora de las perspectivas económicas en América Latina ha llevado a las empresas a fijarse con más intensidad en la región. Con unas previsiones de crecimiento de entre el 4% y el 5,5%, según el Banco Mundial, las empresas comienzan a volver su mirada hacia el continente. México es uno de los países más beneficiados.

El año arrancaba con la intención del BBVA de hacerse con el primer banco privado del país, Bancomer, que controla un 25% del mercado. La entidad española ya poseía casi el 60% pero, desde que en marzo se aprobó la operación, se ha hecho con el 98% del total. A finales de ese mismo mes, el banco eligió la ciudad de Monterrey como centro de todas sus operaciones informáticas en América Latina. En esa sede se realizarán más de 172 millones de transacciones mensuales, de las que 133 millones corresponderán a México.

Otras empresas españolas han dirigido también sus inversiones hacia México en lo que va de año. La petrolera hispano-argentina Repsol YPF prevé invertir 272,5 millones de euros en construir una planta de regasificación en la costa mexicana del Pacífico. Y el grupo de construcción y servicios OHL se ha adjudicado un contrato para la construcción y gestión, durante 20 años, de una planta desaladora en cabo de San Lucas, al sur de Baja California. El proyecto tiene un presupuesto de 15 millones de euros.

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