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Francia promueve un cambio en la formación de los imames

París quiere regular la enseñanza de los clérigos musulmanes

Un grupo de reflexión sobre la formación de imames trabaja discretamente en varios proyectos, entre ellos la creación de una Facultad de Teología y la posibilidad de actualizar la enseñanza de predicadores musulmanes. Aunque el grupo de reflexión no tiene carácter oficial, asiste a las reuniones un representante del Ministerio del Interior de Francia, que dirige Dominique de Villepin.

Algunos observadores estiman que esta iniciativa pretende concretar los proyectos sobre formación de imames que no terminan de arrancar. El Consejo del Culto Musulmán, organismo representativo de los practicantes de esta religión, parece encontrarse demasiado dividido como para ofrecer las soluciones que espera el Ejecutivo, de las que depende la obtención de subvenciones públicas, siempre problemáticas para un Estado laico.

Un grupo radical, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF) y otro más moderado, la Gran Mezquita de París, sostienen actividades de formación a la que ninguno de ellos parece dispuesto a renunciar y que, a su vez, abarcan un colectivo de personas demasiado reducido en relación con el conjunto de mezquitas y lugares de oración censados por dicho órgano en toda Francia, cuyo número se aproxima a los 2.000.

La UOIF tiene actualmente 160 jóvenes que estudian el árabe y el Corán, de los cuales cinco o seis se convierten cada año en imames tras un periodo de estudios que dura entre cuatro y ocho años, principalmente a causa de la dificultad para dominar el árabe. Este centro de formación, que ha podido contar con financiación extranjera, se encuentra ahora en una situación de práctica bancarrota.

Gran Mezquita de París

Un centro parecido se encuentra vinculado a la Gran Mezquita de París, controlada por una tendencia más moderada, próxima a Argelia.

La revelación de la existencia del grupo de expertos, hecha por el diario Le Monde, ha obligado al Ministerio del Interior a aclarar que no se trata de una injerencia del Gobierno en los asuntos del órgano representativo del Islam.

Oficialmente, el Ejecutivo simplemente se felicita de las iniciativas que van surgiendo para reforzar las estructuras de formación de oficiantes y predicadores musulmanes, tras haber constatado las insuficiencias de las que existen.

La reciente oleada de detenciones y expulsiones de imames afectó a tres turcos y dos argelinos, lo cual ha puesto de relieve la gran penetración de extranjeros en los lugares de culto musulmán en Francia.

Sólo unos 400 imames han recibido formación específica y un número que se supone mucho mayor ejerce esas tareas en condiciones que miembros del propio Consejo del Culto Musulmán juzgan demasiado espontáneas o incontroladas, al amparo de la ausencia de estructuras jerárquicas y de formación equiparables a las de la religión católica.

El primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, dijo a varios corresponsales extranjeros en París, el pasado día 3, que "no es imposible" una financiación de los imames a cargo del Estado. A título de ejemplo, el Instituto Católico de París recibe una subvención pública, pese a la estricta separación entre la Iglesia y el Estado vigente desde 1905.

Los atentados del 11 de marzo en Madrid, que los franceses vivieron casi con la misma intensidad que si hubieran ocurrido en su territorio, han estimulado la necesidad de soluciones rápidas. Tampoco hay que perder de vista que en septiembre comenzará a aplicarse la ley que prohíbe los signos religiosos "ostensibles" en las escuelas públicas, lo cual augura un periodo de tensiones hasta que los millares de muchachas que llevan el velo islámico acepten retirárselo o protagonizar actos de resistencia que pueden catalizar incidentes en el seno de la comunidad musulmana.

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